El caso es que al finalizar la sesión, uno de los participantes me ha preguntado acerca de los libros electrónicos. Tiene parálisis cerebral y bastantes dificultades respecto a la movilidad. El caso es que me ha dicho:
Me cuesta bastante pasar las páginas de un libro. ¿Tú crees que sería más fácil para mí dándole un botón?Le he respondido: lo mejor es que lo pruebes por ti mismo. Y le he pasado mi Kindle DX.
Se ha puesto a probarlo y, efectivamente, le resultaba más sencillo dar al botón de página hacia adelante que manipular una página para pasarla. Cuando ha estado un rato con él, me ha comentado que le preocupaba que se le cayera el suelo. Para los que no tengáis contacto con discapacitados físicos, hay que explicar que muchos de los afectados por la parálisis cerebral presentar movimientos espásticos, movimientos súbitos e incontrolables derivados de los daños en su sistema neuromotor.
Como el Kindle con funda pesa bastante, le he dicho que no se preocupara, porque también es un tema de confianza. Con todo, me he puesto a darle vueltas a la cabeza de cual sería la mejor solución, la que le permitiera a una persona en silla de ruedas utilizar un ereader con comodidad y con la tranquilidad de que no se va a caer. En principio, le estoy dando la vuelta a una variación del concepto de funda de ereader que incorpore algún tipo de sujeción a la pantorrilla de la persona, quizás con algún tipo de cinta como la que se emplea en las mochilas. La cosa es que debería ser fácil de poner y quitar, barato y que no impidieran absoluto la utilización del ereader.
Si se os ocurre algo, sería todo oídos
Si esto de la funda es más importante, me importa aún más el hecho de la importancia e impacto de los ereaders para determinados colectivos. Últimamente se me está poniendo la vena un poco gorda con tanto bombardeo de la comercialización de los ebooks. No niego su importancia, porque nuestro sistema capitalista es necesario un sistema de distribución comercial (nota: lo suyo es que beneficiara a autores, editores y lectores), pero los últimos tiempos es realmente difícil encontrar referencias a la importancia de los ebooks al servicio de personas que padecen distintas formas de exclusión social o discapacidad, al servicio de la educación y de la extensión universal de la cultura. No debería ser una utopía, debería ser una preocupación central para todos los que estamos involucrados en este tema.
No es ninguna novedad que los ereaders pueden aportar beneficios decisivos a las personas mayores que sean ávidos lectores pero que padezcan vista cansada y que sufran con las puñeteras ediciones con letra diminuta. Los ereaders permiten que la persona con vista cansada o con otros tipos de trastorno visual no renuncien absoluto al para hacer y enriquecimiento que proporciona la lectura.
Lo que para mí ha resultado una novedad, porque no me había parado a pensar en ella en absoluto, es la utilidad que los ebooks y los ereaders pueden deparar a las personas con discapacidad física. Hasta hoy no había caído en la cuenta que para una persona con parálisis cerebral pasar la página de un libro es un esfuerzo nada trivial y mucho más agotador de lo que es para nosotros. De la misma manera, además de la ventaja que supone la manipulación de un ereader, tendríamos también la ventaja más universal de disponer de toda una biblioteca dentro del aparato, otorgando a la persona un margen de libertad e independencia de la que carece si tiene que acceder a cada volumen en papel en concreto.
La verdad, me ha emocionado. Siendo como son los ebooks un tema muy importante para mí, descubrir un nuevo beneficio social de su uso me anima todavía más a seguir reflexionando y trabajando con ellos. Y repito, sin utopía ninguna, es necesario que se valore como corresponde a los beneficios sociales que ya aportan y que, sobre todo, que podrían aportar los ebooks amplias capas de la población.