Así las cosas, si parece tristemente claro qué es lo que no podemos esperar de las pantallas de tinta-e a corto plazo, ¿qué es lo que podemos esperar de ellas, o fabricado con ellas?
Ángel Polo me ha mandado un recordatorio del Pebble, el interesante complemento en forma de reloj de pulsera con una pantalla de tinta-e. Cuando leí sobre él, no lo comenté en tinta-e porque pasaba unos días intensos de curro y porque tampoco me llamaba tremendamente la atención. Mi reloj es un citizen que me regaló mi padre, analógico y sin pilas (con movimiento de muñeca). Tiene personalidad propia y logra combar el tejido del espacio-tiempo, de manera que atrasa o adelanta cada vez que le da por ahí. Ya no es sólo el cariño, sino cierta lógica más tenebrosa también, lo que me hace mantenerlo: si hay algo en mi muñeca, no puede depender de pilas de ningún tipo. Si hay baterías por medio, ya tengo el móvil.
Pero vaya, el pebble mola.
Si le echáis un bis, comprobaréis que tiene mucho sentido en distintos escenarios, y no sólo para esos vecinos y amigos nuestros que practican deportes. Todos esos escenarios tienen algo en común: la pantalla de tinta-e permite la lectura cómoda, a plena luz del sol, en interiores o donde quiera que haya algo de luz externa.
Y esto hace que se me lleven un poco los demonios. Si echáis un vistazo al video, comprobaréis que el pebble funciona de manera muy fluida, como corresponde a una CPU razonable y un controlador de pantalla maduro (sea el que sea). En otras palabras: una pantalla electroforética es perfectamente utilizable en tareas activas.
El dinero es cobarde y miedoso. Vale. Ninguna duda al respecto. Y los tabletos ganan tanta atención de los medios que parece que no hay nada más, o que no puede haber nada más. Pero este pebble, aparte de sus virtudes intrínsecas, demuestra que hay mercado para dispositivos legibles bajo el sol. Una y otra vez, las peticiones de los lectores demuestran que hay demanda para ereaders de gran tamaño, y en distintas ocasiones me habéis ayudado a no sentirme como el único hombre en la tierra que quiere escribir en pantalla e-ink.
Si unas decenas de miles de geeks ponen sobre la mesa más de seis kilos de dólares para que salga un reloj así, se puede asumir con tranquilidad que, bien definido, con buen software y bien comunicado, un dispositivo activo basado en tinta-e (preferiblemente, de pantalla de buen tamaño) encontraría compradores en número suficiente como para que fuera un buen negocio. Algo como el ASUS transformer
pero con una pantalla electroforética, legible al sol y realmente amable con nuestra vista. ¿Que no tendría color, o todo lo más los apagados colores de la pantalla tritón? ¿Que no podría ver video? Pues bueno. Pues vale. Pues me alegro. Pero permitiría leer y escribir durante días, en cualquier parte y con poco peso a las espaldas. Consultar también el email en un cliente sencillo, y navegar sin animaciones ni aspavientos, o consultar tus fuentes RSS. Si se necesita más interactividad, lo suyo sería el smartphone del bolsillo.
Por un dispositivo así yo pagaría el precio de un iPad e incluso más. ¿Y vosotros?