Todos los interesados en la tinta electrónica llevamos unos años de travesía en el desierto. O casi. Porque lo cierto es que en los dos últimos años el mercado se ha estancado.
Desde hace dos años tenemos las pantallas pearl, con un contraste entre tinta y fondo semejante al papel reciclado. Las dos novedades más importantes en todo este tiempo me resultan cuestionables: por una parte, la interfaz táctil y, por otra, la iluminación de la pantalla.
La touchicidad parece que es indiscutible e imprescindible en nuestros días de smartphones y tabletos, pero lo cierto es que su aporte a la experiencia de lectura es extremadamente subjetivo: a la pregunta de "se lee mejor si sobas la pantalla que si tocas botones" sólo tiene de respuesta sincera "la gallina". Y si se trata de otras operaciones, como anotar, la cosa no va a mejor. De hecho, sigue sin ir bien: desde los tiempos del Kindle 3 y su teclado, no se ha ofrecido hasta la fecha una interfaz con la que se escriba más cómodo o más rápido. Dado el tamaño de la pantalla, la única forma sería con un teclado externo, y ya sabéis cómo está el patio al respecto.
La iluminación de pantalla tampoco me resulta revolucionaria en absoluto. No niego su comodidad, pero en la mayoría de las ocasiones hace un avío mejor una lámpara en la mesilla de noche. Hay quien afirma que es mejor la luz difuminada desde los bordes de la pantalla, que la luz trasera a las pantallas LCD. Sin embargo, los hombres-que-vemos-como-topos sabemos la verdad: si tenemos un campo de visión con poca luz (como la alcoba a medianoche) y una parcela pequeña del mismo tiene mucha más luz, la vista se nos cansa con más rapidez que si disponemos de una lámpara que esparce su luz en un área más amplia.
El problema para la falta de evolución de los ebooks es que los ebooks más exitosos, los kindle, son un medio para el fin de Amazon: la venta de contenidos. Por otra parte, sin disponer de una tienda de ebooks realmente funcional y poblada, un ereader tiene una funcionalidad muy limitada para una parte nada despreciable de sus usuarios, nada tecnófilos y con barreras para buscarse la vida en este sentido. Así las cosas, hay que agradecer que alguien siquiera se atreva a ofrecer una alternativa creíble a los kindle.
Kobo tiene un problema semejante a todos los fabricantes y vendedores de ebooks que no se llaman Amazon: las series Kindle se han comido el mercado entre pan, y encima son el medio para vender ebooks y no un fin en si mismo. Si el mercado es tuyo y tu producto principal no es el ereader, no tienes un incentivo poderoso para hacerlo evolucionar con rapidez o para dotarlo de características fuertemente innovadoras, una vez que la base ha madurado.
Con todo, no acabo de entender a la menguante competencia: están jodidos en mala posición porque el público casi ni les conoce, porque comprar libros para sus dispositivos es una tarea más complicada que con el kindle y porque Amazon lleva 2 años haciendo dumping feroz, con unos precios que reducen terriblemente los márgenes. Esto es lo que hay y no admite ni discusión ni lamento (como actividades productivas),... y sin embargo ningún fabricante apuesta por cambiar el paso, por salirse de la foto, por ofrecer una característica nueva a los ojos del público.
Por ejemplo, el coste de hardware y de desarrollo de software para conectar un teclado al ereader es despreciable. Y 6 años después del iLiad, no hay ereader que se le pueda conectar un teclado nada más sacarlo de la caja y cargarlo.
El Kobo Aura HD tampoco. Me he preocupado de contactar con ellos y me lo han confirmado, que ni ahora ni en el futuro cercano. No tengo su permiso para publicar sus email y es una pena, porque era interesantes.
A lo que voy, Manuel Algaba ya ha cubierto la noticia y tiene razón: el Aura HD es la caña. Aquí sí que han roto la baraja, con una pantalla 20.3mm más grande de lo normal en diagonal (que son 152.4mm, o seis pulgadas en tardomedieval absurdo). Pues para esa pantalla, la resolución es tan alta (1080x1440 pt.) que nos dan unos salerosos 104.33 puntos por cm (o 265 dots per inch en bárbaro florido).
Pensadlo, ¿a qué os resulta mucho más fácil haceros una idea de la resolución pensando en 104 píxeles metidos en un centímetro que en 265 puntos metidos en una pulgada? Pues eso es debido a que sabéis multiplicar y dividir por 10, y que como casi todos los países excepto USA, Liberia y Myanmar usáis el sistema métrico en vuestra vida cotidiana. Y 10 píxeles dentro de un milímetro están en el límite de vuestras posibilidades de visión.
En las vuestras, no en las de quien os escribe. Yo no los veo ni de coña, oiga. ¡Presbicia power!
La pantalla sigue siendo de generación Pearl, con lo que el contraste tinta / fondo no ha mejorado sustancialmente respecto a un K3. Pero con esa resolución da un poco igual, porque a todos los efectos leeréis en papel reciclado y plastificado.
Las fuentes son más ajustables que en buena parte de la competencia, lo que sirve a los que vemos mal antes que a los pejigueros, aunque éstos interfectos e interfectas opinen lo contrario.
Hay que ver cómo renderiza PDF, otra de las asignaturas pendientes aún hoy en día. Esperemos que pueda hacer reflowing de las líneas, como lo hacía my sony clié (una PDA con Palm OS de 2003). Pero eso es menos importante que la feliz idea de admitir .mobi (aún sin DRM, porque lo prohíbe Amazon) al tiempo que ePub.
Alguno se me tirará a la cabeza si le digo que .mobi sigue siendo hoy mejor que .epub, pero sucede que .epub es el perro del hortelano perfecto. En mi huerto urbano encajaría como la seda. La versión previa, 2.0, no admite marcar textos ni introducir comentarios. Lo cual tiene su miga, dado que salió 10 años después que .mobi, que lo permitía desde el primer momento. y 3.0 sigue sin implementarse en muchos dispositivos, con lo que los libros siguen saliendo en 2.0. Al final cada fabricante de dispositivos o cada desarrollador ha metido su sistema de comentarios no compatible con los demás.
Que le digan a mi amigo Moshe lo mucho que disfruta con las peculiaridades de epub y sus implementaciones en los distintos softwares y dispositivos. La fiesta, vamos :(
En nuestro caso, Kobo ha tirado por el camino de enmedio y ha implementado el marcado y anotado a su manera. A estas alturas parece que no queda otra, pero al menos ofrecen una cosa bastante chula: subir a una cuenta en la nube las anotaciones (como Amazon) y darle posibilidades sociales a la lectura. Amazon en esto nunca logró despegar, y sin embargo yo creo que tiene nichos con potencial: algunos tipos de estudios, algunos clubes de lectura, etc. A mí no me tira particularmente, pero bastante logro ya con leer 1/5 de los libros que leía en mis años mozos.
Para acabar de aprovechar esa estupenda resolución, y para gozo de los comiqueros, admite .cbr y cbz. Leyendo en apaisado seguro que la experiencia es intachable.
Finalmente, manda cojones que en 2013 metan un navegador como algo experimental. O mejor, es sintomático precisamente de lo contrario: que no se quiere experimentar. Que el único futuro que se le ve al ereader es como appliance para leer, o como mucho para compartir fragmentos y comentarios sobre lo leído.
Yo creo que no es la mejor receta para la supervivencia. Le han dado al tablet y al kindle la victoria antes de tiempo y se ha asumido cobardemente un nicho completamente marginal. De acuerdo que los que deseamos hacer más cosas en una pantalla e-ink no somos mainstream, pero a buen seguro que somos los suficientes como para meter OTG al conector USB y portar algún editor de texto libre y algún cliente de email al ereader.
Y para los que habéis llegado hasta aquí, una fotico del Aura HD