viernes, enero 04, 2013

Post-mortem de Mirasol

Llevo más de 3 años cubriendo las pantallas Mirasol. Como ya ha llovido un poco, toca un resumen de esta promesa de tecnología alternativa de pantalla, que pudo ser y no fue. Para empezar, forma parte del conjunto de alternativas a LCD y a eInk: son legibles bajo el sol, cansan menos la vista que las pantallas retroiluminadas y gastan menos energías; a la vez, permitirían un rendimiento superior al de la tinta-e, pudiendo reproducir video a velocidad aceptable y permitiendo interfaces táctiles de manejo cómodo. Las alternativas, como sabéis: pixel-qi y Liquavista.

Todas tienen en común que no le han hecho la más mínima sombra no sólo a las pantallas LCD con la que probablemente estéis leyendo este post, sino ni siquiera a e-ink. Mientras que e-ink ha encontrado un nicho estable y productivo en los ereaders básicos, pixel-qi ha logrado sobrevivir en equipos especiales de campo, de Liquavista no se sabe nada tras la compra de Samsung, y Mirasol le va aún peor. Me fastidia, porque me encantaría disponer de algún equipo legible bajo el sol y usable como el portátil con el que escribo esto, pero no es nada fácil competir contra una industria que produce miles de millones de pantallas al año y logra con ello precios realmente bajos. IPS y AMOLED, además, ofrecen algo parecido a las ventajas de las super-pantallas, y los fabricantes y montadores no corren ningún riesgo. Los usuarios han demostrado con sus compras de tablets que el menor descanso visual no es una barrera insalvable, para desgracia de quienes tenemos la vista más delicada y/o tenemos que leer textos largos durante muchas horas.

De las tres alternativas, Mirasol es la que menos me atraía. Pixel-Qi parecía la más probable (hasta que los errores de comunicación y gestión se encargaron de demostrar lo contrario), y Liquavista la más avanzada y mejor acabada. Pero Mirasol parecía más madura que Liquavista, y el éxito parecía asegurado por el pastón invertido por Qualcomm.

Hace medio año detallé lo que parecía ser el final de estas pantallas, y desde esas fechas lo único que queda por analizar es lo que falló. Acabo de encontrar un buen resumen, del que a su vez extraigo lo que más me llama la atención.



Hace un año llegó a salir la primera generación de super-tablets con estas pantallas. Bueno, "super" tablets, porque la pantalla era mejorable... pero las tripas y el software que emplearon daban ascopena. Es bien sabido que Android necesita más CPU que otros SSOO móviles para ofrecer los mismos resultados, y que si quieres fluidez necesitas memoria y una CPU de capacidad decente. Si a eso le añades la enésima customización absurda sobre la base de Android (requiriendo más memoria y CPU para hacer lo mismo), el fracaso está garantizado.

Era la primera generación. No se puede esperar que la primera generación sea perfecta, a menos que tenga grandes cantidades de polvo de hada. El primer iPad tenía una memoria muy limitada, y la multitarea era un multichiste, pero daba igual: habían dado con una fórmula muy vendible y, lo que hacía (lo poco que hacía) lo hacía bien. Encima, cuando salieron los ereaders con Mirasol ya había un iPad 2 con el que comparar (probablemente, el mayor salto en la familia iPad) y no había color.

Peor, la comparación salía chunga hasta con un tableto chino. Nate el grande echaba chispas por lo lento que iba, por lo que llegaba a tardar en abrir un ebook, y ni te cuento si se quería hacer otra cosa. Era simplemente insufrible, y los ángulos de visión y el contraste no eran suficientemente buenos.

La pantalla se podría haber asumido. Podría haber quedado como producto para los early adopters a los que nos puede la impaciencia. Pero una mala implementación es un error demasiado grave y que, salvo que se sea muy tozudo y se tenga mucho músculo financiero, no hay segundas oportunidades: la imagen se deteriora y la competencia sigue avanzando.

El problema, además, es que los que montaron estas pantallas eran todos de muy pequeña dimensión. A la vista del fracaso, los grandes como LG ni se llegaron a plantear producir algún dispositivo que montara estas pantallas, cuando el mercado ya es de por sí brutalmente competitivo con todos los factores bien amarrados (pantallas LCD, de bajo coste, rendimiento conocido y demandadas por el público). Peor, llueve sobre mojado: Pixel-Qi lleva años prometiendo sin cumplir, Mirasol se mete un tortazo de impresión y las pantallas LCD son "suficientemente buenas".

Como vimos en mi post de hace 6 meses, Qualcomm ha tenido que dejar de fabricar las pantallas. Para no reconocer que la decisión ha sido catastrófica, "van a licenciar la tecnología a terceros". Apasionante brindis al sol para una tecnología que no ha podido vender ni su fabricante original.

Lo que me fastidia es que no se va a poder trabajar al sol y descansando la vista. Lo más parecido es mi ewriter, que está esperando al verano para salir a los campos. Lo bueno es que es fantástico para concentrarte en escribir. Lo malo, que no permite hacer mucho más, y para el día a día no es una alternativa 100% válida. Los únicos portátiles que montaron pixel-qi fueron primera generación de atom, y no estoy dispuesto a pagar más de 1000 euros por un netbook con pixel-qi que ni siquiera indican qué CPU llevan, o 1700 euros por un tablet android con specs de hace dos años. La mejor alternativa disponible (hasta donde sé) es un tableto android con Pixel-Qi por 389$ más lo que te zumben en aduana.

Pero no me lo puedo justificar. Tengo otros equipos que me sirven en la inmensa mayoría de las situaciones de trabajo de campo actuales. Si me surgiera un trabajo de campo en una región realmente apartada me haría con un toughbook de panasonic, legible bajo el sol, plenamente útil para trabajar y capaz de soportar un maltrato severo a lo largo de toda una jornada de trabajo.

Me fastidia. Me encantaría disponer de un equipo ligero y plenamente funcional para trabajar bajo el sol. Pero ya son demasiadas decepciones y los productos que hay ahora a la venta tienen una relación precio/prestaciones infecta.

Y ya no es sólo trabajar a pleno rendimiento. Aún la lectura y el anotado siguen sin estar atendidas para el público que trabaja con textos de forma intensiva. Hay una serie de nichos abandonados por el Tsunami tableto, por esa pasión del directivo promedio por complacer al average Joe desatendiendo a todos lo demás.
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