lunes, octubre 10, 2011

ROMs de Android con beneficios etnográficos

Tengo un HTC Desire desde hace casi un año. Me daba un rendimiento razonable para los usos en campo, aunque con límites. Para empezar, lo que tenía instalado ocupaba al límite la memoria de una manera misteriosa, porque por más que desinstalaba programas el terminal seguía ralentizado. La frustración crecía de forma lenta pero constante, y está frustración se sumaba a otra de naturaleza diferente, cercana a la indignación, debido a que HTC había dedicado un esfuerzo muy significativo a crear una experiencia diferente (la interfaz HTC Sense), pero no se habían tomado la molestia de completar el stack bluetooth y hacerlo compatible con el perfil HID (Human Interface Device), de manera que no se podía conectar a un teclado bluetooth.

Vaya, lo que tenía un Pocket PC hace 8 años, que no estamos hablando de meter la interfaz de Minority Report o algo por el estilo. Y, ya que estamos, hay que repartir las culpas: Si HTC no ha implementado el perfil HID, Android no lo ha implementado del todo bien en lo que respecta a un teclado, y me explico: para los hablantes de español que respetamos lo suficiente nuestro idioma, la única forma disponible (hasta donde sé) de acentuar vocales o de utilizar la eñe es dando una pulsación larga en el teclado físico y entonces seleccionando la vocal acentuada la pantalla. Una vez más, esta operación ortopédica y absurda es inaceptable a finales de 2011, pero es lo que tenemos. Alguna lumbrera ha pensado que los teclados bluetooth están pasados de moda y no tienen ninguna importancia para nadie que use un smartphone.

Por todo lo dicho, el sábado me armé de valor. Estaba sinceramente hasta las narices. La verdad es que me daba bastante yuyu cambiar la ROM de mi  teléfono, pero llegó un momento en el que me cansé de tanto aviso de memoria insuficiente. Y la verdad es que me alegro de que mi miedo (a que el smartphone se transformara no ladrillo, como dicen los entendidos) me haya retrasado tanto la instalación de una ROM, porque ahora es algo completamente maduro y extremadamente sencillo. No tenéis más que seguir instrucciones como éstas (dependiendo de la ROM que os guste, claro) y en media hora habréis acabado el trabajo.

Ya no es sólo que el teléfono vaya mucho más fluido de lo que iba antes y que disponga de más espacio. A cambio, he tenido que sacrificar Sense, pero gracias a ello tengo el beneficio adicional de que he podido actualizar el teléfono a Android 2.3. No, lo que más me ha impactado como etnográfico es que he podido conectar sin ningún tipo de problemas mi viejo teclado bluetooth stowaway al  móvil.

Nota: el precio que he encontrado es mucho más caro que lo que me costó a mi.

¿Qué puedo deciros? Ayer, en el parque, no salía de mi asombro. El teclado se apoyaba perfectamente en los muslos, y el móvil estaba estable y resultaba perfectamente cómodo de cara a seguir lo que estamos escribiendo gracias al nuevo uso que le he sacado a la funda impermeable aquapac.

Como podéis ver, la funda se ajusta al brazo por medio de una tira con velcro y se queda perfectamente estable. En este caso, y como ya estábamos cerca del anochecer y andaba ya corto de baterías, el teléfono está conectado a un cargador externo que guardo en el bolsillo de la camisa (nota: usar un teclado bluetooth exige el uso constante de bluetooth por el teléfono, lo que le hace consumir algo más rápido la batería). El escenario más habitual va a ser más simple: o bien saco el teléfono, abro el teclado y lo sitúo encima de una mesa u otra superficie estable y coloco el teléfono encima del teclado, o bien meto el teléfono dentro de la funda, sujeto la funda mi brazo y pongo el teclado donde me resulte cómodo escribir.

El teléfono lo voy a llevar encima de todas formas. A su peso le debe sumar los 180 g que pesa el teclado, y sólo con eso ya dispongo de un medio perfectamente válido para escribir en cualquier parte.

En cualquier parte.

En cualquier parte.

Tengo que repetirlo tantas veces porque todavía no me lo acabo de creer. Y ojo, no es la solución para todos los problemas. De hecho, el tamaño de pantalla del Flyer y el lápiz son muy útiles en determinados escenarios, como pueden ser una reunión. Pero disponer de un medio perfectamente válido para escribir, no de un apaño como puede ser el teclado en pantalla, sino de un medio que me permite escribir a mi velocidad habitual, es un salto que abre un enorme abanico de posibilidades. Me permite aprovechar los trayectos de autobús (de metro me da algo de yuyu por los amigos de lo ajeno), o algunos momentos en el parque. Me permite escribir con más comodidad cuando me siento a la derecha del conductor, lo que suele ser casi siempre el caso (puestos a conducir, prefiero llevar mi moto, aunque tenga que renunciar a escribir).

El teclado cabe casi en cualquier bolsillo. Es lo suficientemente resistente como para llevarlo sin estar temiendo por su integridad todo el rato. Y la bolsa acuapac se justifica también por la protección añadida que le da al teléfono de cara a salpicaduras imprevistas y a golpes, aunque en este caso me fío más de la funda conmuter con sus dos capas de silicona y policarbonato.

Contando además con que el smartphone me sirve para sacar fotos de calidad etnográfica más que aceptable y para grabar audio y video, esta mejora de poder emplear un teclado bluetooth lo ha convertido, sinceramente, en el mejor instrumento para el trabajo de campo que jamás ha pasado por mis manos. Evidentemente, se puede hacer trabajo de campo sin nada, recordando lo todo y registrando los eventos impresiones al final de la jornada, a puro huevo, a memoria desnuda. También se puede seguir utilizando una grabadora de cassette o una grabadora digital más moderna, y una Cámara digital va a aportar más calidad la fotografía de la que aporta la cámara de un smartphone. Respecto a esto último, hay que señalar que la fotografía etnográfica tiene la función esencial de registrar, no de producir resultados publicables según los criterios de los medios de comunicación.

En resumen, y por no enrollarme más, se puede hacer trabajo de campo sin un smartphone, pero el salto de productividad que ofrece (y más ahora que lo he logrado unir a un teclado bluetooth), la comodidad debido a su tamaño y peso y la discreción que ofrece debido a que es un objeto completamente común y diario ( en una ciudad occidental, se entiende), lo convierten a mi entender en el mejor medio disponible para apoyar al etnográfico en el trabajo de campo.

Qué contento estoy :)
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