Nate nos recuerda que Plastic Logic fue una de las múltiples víctimas del lanzamiento del iPad y del tsunami tableto subsiguiente. Ese ereader de 11", que iba a permitir la lectura de documentos A4, tenía previsto salir por un precio de 700$ cuando apareció el iPad y adiós, muchachos: no sólo no salió, sino que la empresa palmó en agosto de 2010.
Aquí tenéis una selección de enlaces de la cobertura que le di en su momento a un dispositivo que era tremendamente interesante. Desde su primer anuncio en 2008 (con la consabida aparición de sucesivas noticias con las que las start-up quieren llamar la atención de sus productos, y la inevitable mala gestión de expectativas... sí, el mejor ejemplo sigue siendo la política de comunicación de pixel-qi), hasta un análisis en profundidad de lo que iba a ofrecer, para llegar a su acta de defunción. Sinceramente, sigo pensando (al igual que El Otro) que hay demanda potencial para un dispositivo de lectura basado en tinta-e y ese tamaño. Pero no a ese precio. Y, por supuesto, muy dificultada por la visibilidad pública de unos dispositivos que, sin ofrecer ventajas tan distintivas, son más flexibles... y algunos de ellos son eficientes símbolos de status, como vengo sosteniendo y repasaré en un post próximo.
Sea como fuere, unos señores rusos compraron patentes y toda la propiedad intelectual de PL y se dispusieron a montar una fábrica en la Rodina. A mí me parecía una jugada como la del escocés que compró Segway, aunque no parece probable que los compradores se maten con un plastic logic como le pasó a Jimi Heselden, al que le traicionó su propia fe. En la era tableto, no parecía que tuviera mucha salida un ereader que no podía ser barato... hasta que vemos en la presentación que el CEO de Rusnano, la empresa que trata de resucitar el QUE, es Anatoly Chubais. El que está al lado es el primer ministro Putin.
¿Anatoli Chubais? Me suena el nombre... y a la wikipedia que voy de cabeza. Efectivamente, una de las cabezas pensantes detrás del proceso de privatizaciones con Yeltsin, y entiendo que con una agenda kilométrica. Además, logró no cabrear a ningún gran magnate ni cabeza de la nueva nomenklatura (hasta donde sé), cosa nada fácil en esos años movidos.
Así cualquiera. O, como dicen los veratos, "con buena
Así pues, veo bastante factible que acabe en producto, y como poco en manos rusas. Tengo la teoría de que al ser los rusos tan amantes de la cultura (no es una ironía), para ellos el ereader es un producto más atractivo que para las hordas occidentales que quieren apps. Hay otros casos en los que podemos intuir que en Rusia se está apostando por la tecnología e-ink, y quizás con visión: no pueden competir en electrónica de consumo por lo que hay en China, pero la tecnología e-ink no está tan comercialmente madura y hay margen abundante para crecer. Y por supuesto, capital humano tienen a espuertas para lanzar una aventura como ésta.
Así las cosas, un dispositivo de 21.6cm x 27.9cm puede acabar en manos de los estudiantes rusos, sirviéndoles mucho mejor que un tableto para estudiar. Nuestros estudiantes universitarios, investigadores y otros profesionales que hagan uso intensivo de textos también podrían agradecerlo... si el software acompaña. Si se puede trabajar con los textos, anotando, subrayando y referenciando. Que no es tan difícil de entender, caramba.
Pero no os emocionéis. De momento tenemos anuncios, lo solventes que queramos, pero no producto a la venta. Y cuando/si sale, tampoco os emocionéis. Siendo una empresa pequeña a escala global, yo no compraría hasta saber de una empresa española que dé soporte y a la que reclamar si nuestro flamante ereader A4 nos hace una pirula de uno u otro tipo. Ya ha habido valientes en España que se han lanzado con ereaders de generaciones anteriores. Si el precio acompaña, veo a un producto así más vendible y justificable.
Y no debo emocionarme. Leer PDF en A4 sin dejarme los ojos con letra diminuta... una dispositivo al que conectar por USB host un teclado USB... mi máquina de escribir digital...
Control. Sosiego. Calma.