sábado, septiembre 04, 2010

Nuevos ereaders de Sony: qué y cómo

El miércoles Sony anunció que renovaba su línea de ereaders. El relativamente exitoso PRS-300 se sustituye por el 350, el menos exitoso PRS-600 por el PRS-650, y en Noviembre el fracasado PRS-900 se sustituirá por el -950.

Como sabéis, y como alguno como mi colega Rafa ha sufrido en sus carnes, los modelos -600 y -900 sufrían un defecto definitivo: la tecnología resistiva que usaban para sus pantallas táctiles producía unos reflejos inaceptables. Estos reflejos no existían en las viejas PDA o en los móviles, porque la pantalla es retroiluminada. Sin embargo, en los ereaders, sin luz propia, saltó un problema... que no entiendo cómo llegó al mercado. O como no se castró a los responsables de las pruebas de usabilidad.

Sony es el fabricante más antiguo de ereaders con su librié. Han hecho nacer el mercado de los ebooks, pero no lo han capitalizado lo que uno esperaría de esa posición de ventaja. Hay que tener presente entre otras cosas que no han logrado que su tienda de ebooks tuviera aceptación. Hace dos años Sony amagó con competir con Amazon en ese frente, pero no logró que despegaran ni ventas ni tamaño de catálogo, y ha dejado de ser un activo a tener en cuenta. Aquí su adaptación ha sido coherente, y parece que se centran en el aparato, dejando los contenidos a los proveedores de ePub (¿Google entre ellos?)

Cierto es que los PRS-500 y 505 se han vendido bastante (sobre todo como restos de stock), pero la jugada de B&N y Amazon de dejar a la competencia con el pie cambiado a base de dumping, de dejar atrás la barrera de los 200$ primero y de los 150$ ahora, ha golpeado a Sony... aunque éstos niegan la mayor.

Efectivamente, con cierta altanería afirman desde Sony que "no van a dar la batalla de los precios, sino de la calidad". Las risas se podrían oir bien lejos, sobre todo si pensamos que ni los nuevos 350 y 650 tienen conectividad wifi o 3G - lo cual dice muy poco del análisis de la evolución del mercado por parte de sony - pero hay un punto que les puede salvar: el sobo (no se sabe si multisobo o monosobo). Si lo implementan sin el reflejo a la luz de ediciones anteriores, claro.

Recuerdo que una reacción común de mis ex-compañeros de la ponti ante mi iliad allá por 2007 era tocar la pantalla para pasar la hoja (sin ningún resultado, por supuesto). Las nuevas tabletas de Apple y su competencia se centran en el multisobo como hecho diferencial respecto a los netbooks para justificar que valgan el doble en algunos casos, a cambio de perder el teclado.

Y no se puede decir que estén siendo un fracaso. Su éxito, de hecho, ha superado ampliamente mi previsión, a la vez que ha bajado mi confianza en el criterio del consumidor. Lo que se está vendiendo no es qué puedo hacer, sino cómo lo puedo hacer. No hay novedades dignas de mención en las capacidades, al menos hasta que las nuevas tabletas de 7" con cámara trasera nos demuestren si aportan o no una ventaja esencial respecto a los móviles en el uso de la realidad aumentada. De hecho, un buen ejemplo a este respecto es "la revolucionaria forma de navegación con un iPad".

Un iPad tiene un navegador incompleto (le falta flash), y se maneja con los dedos en vez de con teclado o ratón. Las webs que manejas son las mismas... pero es revolucionario hacerlo con los dedos. O eso dicen. A mi me entristece y deprime a partes iguales, porque en mi trabajo tengo muchas oportunidades para apreciar el qué, las capacidades que un ordenador otorga a un ciudadano, y cada vez valoro menos el cómo una vez que funciona.

Pues bien, vista la reacción ante el multisobo, que no dudo en calificar de mesmerización o incluso de pasmo, creo que Sony tiene una oportunidad no despreciable de mejorar su posición, o al menos de sobrevivir (yo les daba por muertos). Para un sector del público, va a marcar una diferencia el hecho de pasar las páginas con un gesto de la mano en vez de con un botón de "p'alante". De hecho, si usar la mano con el navegador no es algo nativo, los pbooks se llevan más de mil años pasando las páginas con las manos.

No sé si eso justifica un precio superior al de Amazon y Barnes and Noble. Los nuevos reader de Sony van a salir por $179.99, $229.99 y $299.99. La pantalla será la misma que los Kindle, e-ink Pearl (con un contraste gozoso, por lo tanto), y básicamente podríamos hablar de falta de conectividad inalámbrica (y por lo tanto, de independencia de un PC) y de un catálogo propio y fácilmente accesible a cambio de multitouch.

Si lo pensáis, ambas carencias están interrelacionadas: en el kindle, la conectividad inalámbrica tiene sentido principalmente para acceder al catálogo de ebooks, por más que pongan la estupendísima zanahoria de navegar by the face. Si no hay catálogo que ofrecer, los chicos de Sony pueden haber pensado en ahorrarse unos dólares en conectividad inalámbrica. Diría que es un poco absurdo, porque a la vez privan al usuario de una segunda funcionalidad muy agradecida que es la de navegar, sobre todo con el nuevo navegador webkit del Kindle 3. Condenan a sus 350 y 650 a ser ereaders estrictos, en vez de dispositivos más funcionales.

En cualquier caso, diría que Sony tiene una oportunidad. Creo que con el márketing adecuado pueden llegar a mejorar su cuota de mercado. Pero eso no significa que yo vaya a ser en principio uno de sus clientes (aunque no digo que de este agua no beberé :) ). Como sabéis, para mí los ereaders son para leer y para trabajar, esto es, para subrayar y anotar. La experiencia de anotar con el PRS-600 no era mala, aunque yo sigo prefiriendo la fiabilidad del obsoleto teclado mecánico. Sin embargo, lo que creo que no hay mucha discusión es que con el deo no se puede subrayar bien.

Imagen obtenida de tadega.net
Haced la prueba: mojaos el deo en algo que manche, y tratar de subrayar un texto (p.e., un periódico). Con suerte subrayáis la línea que queríais, y tres arriba y tres abajo. No sé vosotros, pero a mí me gusta subrayar exactamente lo que quiero, no por aproximación. No tiene ningún misterio: el dedo no sirve para operaciones de motórica realmente fina. Desde hace miles de años usamos pinceles, lápices, punzones, pinzas y otros instrumentos para lograr la precisión que nuestros deos no tienen.

Una interfaz táctil tiene sus ventajas y atractivos, no lo negaré. Pero lo vuelvo a decir: estamos mesmerizados por el multisobo. Esa obsesión por el cómo y ese desprecio (hasta diría de nuevo rico tecnológico) al qué, a las capacidades - en este caso, a llevar encima tu biblioteca entera y exportar el trabajo que haces sobre tus libros - me resulta cada vez menos soportable y más indignante

Sobre todo, cuando esos qués, esas capacidades, sólo están al alcance de una minoría de la humanidad.

Me gustaría vivir en un mundo mejor, en un mundo en el que nos esforzáramos en que estas capacidades llegaran a las manos de todos, en vez de darlas ya por supuesto y marear la perdiz con modas acerca de cómos prescindibles.
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