martes, septiembre 14, 2010

La muerte de la muerte

Yo de la muerte sé un poco. Lo tengo oxidadillo, porque defendí en 2004 mi tesis al respecto. Después de eso, de acabar la tesis a contrarreloj el 13-M de 2004 (haced memoria de lo que eran esos días), he dejado a los muertos a un lado, que ya tuve mis años de trabajo de campo atorrante y sicalíptico. Francamente, nada que ver con el trabajo de campo que hago ahora, con gente viva y por motivos menos jodidos.

Lo cierto es que la muerte es un tema antropológicamente apasionante. A partir de ella se construyen significados esenciales para cada cultura: los grupos de edad, los ritos de paso, la salud, lo que es probable, lo que es apropiado. Algún día la tengo que rescatar del fucking PDF y pasarla a epub, mobi y lo que haga falta. Hablando de PDF, la acabé en OpenOffice de la época, porque no dominaba LaTeX lo suficiente para una tesis y porque Word 2003 me la metió doblada con una corrupción de hoja de estilos completamente épica.

A lo que voy. La muerte es un asunto muy serio, menos cuando no lo es. No lo es para los cachondos de los mejicanos, con una de las relaciones con la muerte más complejas y con más humor de todo el mundo. No lo es, tampoco, cuando es un recurso estilístico del gurucillo de turno para decir "está pasado de moda (porque me sale a mí de los güebos, o porque me conviene, o porque...)" y tratar de aparentar que no se es superficial, sino que se está en contacto con algún tipo de visión trascendente de lo tecnológico.

Paso de gastar el invento de Berners-Lee (el hipervínculo), en referenciar la gloriosa parida del director de Wired respecto a la muerte de la web. Quien lo conozca, bien; quien no, mi mejor consejo es que no malgaste valiosos segundos o bytes transmitidos de aquella manera por su ISP. Por idénticas razones, paso ni de indagar, ni siquiera de repetir, los tuitazos que han rebotado cual metálica bola de pimball esta mañana en tuiter: como bloglines va a cascar, el RSS ha muerto, porque lo sustituye tuiter.

Así, como lo oyen. Y no es que no me mole tuiter, muy al contrario. Lo que pasa es que me produce espasmos pilóricos leer que tuiter va a sustituir al RSS. Más allá de la parida que delata, sin lugar a dudas, al gurucillo quieroynopuedo del todo a 100, lo que me llama la atención es que estamos acumulando una serie de defunciones de muertos que están muy sanos: la web, los netbook (incluso los laptop), RSS... este recurso de La Muerte De le ha quitado la vergüenza a más de un indocumentado para perorar sobre modas en tecnología.

Pues bien, a esta epidemia se le ha sumado... el libro. Leo en teleread una referencia al declining status of the book. El bueno de Chris Meadows me ha ahorrado leer el artículo que critica, porque con lo que cita para mí es suficiente:
If a curious individual wanted to learn more about Subject A or Subject B, an encyclopedia, a library, or a book store were the best places to acquire that knowledge. But today, if I decide I want to know more about, say, gossip columnist Walter Winchell, do I really need to track down a copy of Neal Gabler’s excellentWinchell: Gossip, Power, and the Culture of Celebrity? Or can I sate my hunger with theWikipedia entry, a quick Google search of his name, by using Amazon’s “click to look inside!” feature, or searching Google Books to glean enough information? My guess is that in most cases, readers can. They don’t need to buy the entire menu when they can shop a la carte.
Claro, ya no es necesario acudir a los libros, a esos pesados, largos y con frecuencia farragosos textos, para adquirir conocimientos solventes y adecuados sobre cualquier tema. Basta la wikipedia y picotear en las introducciones gratuitas de los libros de Kindle, mas lo que digan en alguna web que aparezca entre los 20 primeros resultados de gugel.

Lo dicho, el libro está muerto. Sí, está muerto... para todos aquellos que han perdido, o que nunca adquirieron, la capacidad de concentrar la atención y la memoria sobre un texto de más de 5.000 palabras (y soy generoso). Lo mismo yo estoy muerto, o pasado de moda al menos, porque lo cierto es que no puedo imaginar un sustituto de una monografía: del esfuerzo con frecuencia demente de un autor o grupo de autores durante años para analizar, rascar, contrastar, desesperarse y terminar por parir algo razonablemente nuevo y que aporte un poquito de luz sobre una parcela diminuta de la realidad.

Y con grupo de autores no me refiero a los "negros" que le escriben los libros a César Vidal. Más que nada, porque falla en la ecuación el factor tiempo y, con él, el factor elaboración. Las únicas 20 páginas que he leido de esa sílfide me llevaron a que la Masonería, entre otros pecados, fue la causa de que perdiéramos las colonias americanas.

Parece, entonces, que esta vez funciona lo de X está muerto, pero invirtiendo la flecha causal. El libro está muerto para quienes no pueden con él, para los derrotados por el hiperestímulo hipervinculado, para la paciencia de 5" hasta hacer clic y saltar a otra página. Y ojo, hablo de esto porque reconozco los síntomas. De 2005 a 2007, mi lectura bajó a niveles nunca vistos, o al menos recordados por mí. Mi lectura era la web a salto de rana. Precisamente fueron los ereaders, mi primer ereader, el que me apoyó a volver a mi viejo amor, al libro.

Esta equivocación en la cadena causal me mueve a pensar en lo equivocado del miedo de algunos editores: a lo que tienen que tener miedo de verdad es a la competencia real del libro, ya sea multimedia, ya sea texto frenético de Internet. Y a lo que otros debemos tener miedo es a la falsa idea del progreso permanente: si el texto frenético se impone al texto pausado y acumulado, la cultura dejará de acumularse para las víctimas de este proceso y volverá a su estado anterior, de patrimonio de una minoría muy exigua.

Y eso, para un flipado con momentos de optimismo como yo, que aún sueña con el acceso universal a los tesoros de la cultura, es algo que se me hace difícil soportar: que haya medios para que la cultura llegue a todos, y que el entenderlos mal vuelva a negar ese Progreso de la Humanidad.

22 comentarios:

  1. Desde luego el libro no está muerto, porque un libro no es más que un texto largo (pongamos que más de 100 páginas), y siempre habrá gente que desee leer textos largos. De hecho, algunas de las novelas más populares de los últimos años no son precisamente pequeñas.

    No obstante, las editoriales sí debieran preocuparse por el hecho de que hay una sustitución del libro en algunos campos. La aparición de Encarta supuso una debacle en la venta de enciclopedias impresas, y a su vez Encarta fue literalmente exterminada por la Wikipedia. ¿Mi viejo diccionario impreso de inglés? Ya no lo uso, me resulta más cómodo un buen diccionario online. ¿Mi vieja edición impresa del DRAE? Lo mismo, prefiero la versión online.

    Otro tanto cabe decir de los libros técnicos. Hace años que casi no los compro, ni tampoco casi los pirateo. Y un aficionado al arte tal vez prefiera la Web antes que un tochazo impreso, e incluso antes que un tochazo electrónico. Para algunas cosas, el hipertexto es mejor que un largo texto secuencial, con o sin fotos.

    La novela disfruta de buena salud, lo mismo que, a una escala que siempre fue menor, los libros de Historia, de Filosofía, de ensayo, y de divulgación. La naturaleza del texto es importante. Un diccionario siempre debió ser una base de datos, pero antes no había bases de datos. Muchos libros técnicos siempre debieron ser hipertexto, pero antes no había hipertexto. En una novela, por el contrario, ponerla como base de datos es absurdo, y ponerla como hipertexto no es nada más que un engorro innecesario.

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  2. En ocasiones, veo muertos...

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  3. Es curioso lo de las novelas. Efectivamente, ahora se lleva leer tochos. Aunque también podría ser por un índice de compra de libros inferior (lo que llevaría a querer rentabilizar la inversión con libros más largos).

    Btw, Juan Luis, me has dejado intrigado con tu tesis, espero que la publiques. Por otro lado, ¿recomendarías algún libro en particular para iniciarme en la antropología? Gracias por adelantado.

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  4. Anónimo10:33 a. m.

    Mark Twain, cuando anunciaron su muerte en los periódicos. "Las noticias sobre mi muerte son considerablemente exageradas".

    Precisamente fueron los ereaders, mi primer ereader, el que me apoyó a volver a mi viejo amor, al libro.

    Yo he vuelto a ser un lector masivo de novelas gracias a mi maravilloso lector digital.

    El libro no ha muerto. El libro acaba de renacer. Los lectores digitales y los escáneres aéreos y especializados no son la tumba del libro, sino el equipo médico que está reanimando al libro en la UVI donde ha estado desde hace décadas.

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  5. @Krigan Aunque una enciclopedia es un libro en tanto que objeto, su estructura es completamente distinta a la de una novela o monografía. El libro no es sólo texto largo, si no estructurado. Lo importante es tanto lo que se cuenta como la estructura en la que se ordenan las ideas, conceptos e información. Como tal tipo de texto, el libro sigue siendo el almacén más sofisticado de conocimiento que se conoce, precisamente porque es exigente: exige mantener la atención, algo cada día más difícil

    @Pilu pues acaba de leerte mi tesis de una vez, amiga.

    @Moisés las modas son eso, modas. Bien sabes que el valor del texto no es su tamaño sino su orden, en el caso de la monografía, o su ritmo y estilo en el caso de la novela. La 744 páginas a un espacio de mi tesis necesitan un trabajo de edición antes de recomendar honestamente a nadie que no tenga un interés desmedido por el tema leerla. El problema que tengo es que tengo dos libros cocinándose, uno que publicaré en primavera del año que viene y otro más embrionario pero que me fascina. Al final, siempre encuentro algo mejor que hacer que ponerme a editar mi tesis de una vez. Lo que puedo prometer es que sólo será impresión a la carta o libro electrónico: me horroriza la impresión tradicional, con árboles talados para que una parte de la edición tu hermano un almacén o acabe siendo destruida

    @anti-pensador de lo que hablas es de uno de mis sueños, de la universalización de la cultura. Pero Huxley tenía razón, y todo apunta a que el libro quedará para una minoría y que la mayoría se contentará con adormideras

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  6. @ Moisés Olvide recomendarte algún libro de iniciación a la antropología. No tengo problemas en reconocer que soy un antropólogo pecador y que sigo disfrutando con las obras del mayor herético antropológico de todos los tiempos según la élite antropológica española: Marvin Harris. Eso sí, que se joan porque la mejor historia escrita hasta la fecha sobre el desarrollo de la antropología la he escrito él. Te recomendaría "Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura" y "Bueno para comer".

    Otra recomendación, tanto por la antropología como por el humor, sería "El antropólogo inocente" de Nigel Barley, que es tronchante.

    Finalmente, recomendaría alguna obra clásica: Los Nuer, de Evans-Prittchard, o Sistemas Políticos de la alta Birmania, de Leach. Muchos te recomendarían a Levi-Strauss, pero si hablamos de antropología yo tengo dos objeciones: 1) su trabajo de campo fue una basura reconocida por el mismo y 2) su estilo de escritura, aún moderado comparado con los que le siguieron, no es cómodo. Yo soy un talibán y no admito los textos que opongan la más mínima resistencia en forma de lindezas estilísticas a la transmisión de la información que se ha producido después de trabajar con un grupo humano. Claro, eso me pone en trayectoria de choque con el virus mefítico que invadió mi amada disciplina a finales de los 70 y que el mundo conoce como posmodernismo. Dejando aparte que se cargaron la esencia de la antropología que es el trabajo de campo, sus textos podrían ser calificados técnicamente como puta mierda: decir que son farragosos es quedarse muy corto. En la carrera, sufrir innecesariamente con párrafos que ocupaban tres páginas, o con sorprendentes distancias de 400 palabras e incluso más en una única oración habitada por muchos niveles de oraciones subordinadas.

    Hace tiempo que arrastro el sambenito de hereje, con lo que decir lo que acabo de decir no va a suponer ninguna diferencia.

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  7. @Chulilla: en efecto, y por eso dije que un diccionario debería haber sido siempre una base de datos, sólo que antes no había bases de datos.

    Me voy a extender un poco más sobre los libros técnicos (que muchos deberían haber sido hipertexto desde el principio, sólo que antes no existía el hipertexto). Pongamos como ejemplo un libro sobre el lenguaje C. ¿Qué es más útil? ¿El típico tochazo (impreso o electrónico) de libro de programación, o un tutorial con enlaces?

    Claramente el hipertexto (el tutorial) gana al texto secuencial (el tochazo) en este caso. El autor del tutorial puede estar escribiendo un texto sencillo y relativamente pequeño, con unos pocos ejemplos simples, y con abundantes enlaces a otras webs.

    Cuando menciona los operadores, puede poner un enlace a un listado de los operadores del C, cuando menciona los ficheros de cabecera, puede poner un enlace a un listado de tales ficheros de la librería estándar del C, cuando pone un ejemplo de manejo de cadenas, puede poner un enlace a una web donde aparezcan más ejemplos de lo mismo. Algunos de los enlaces pueden ser incluso a una base de datos con interfaz web (por ejemplo, un enlace a una base de datos de las funciones estándar del C).

    Lo importante es que el lector va a poder profundizar todo lo que quiera en el manejo de ese lenguaje, o bien quedarse en lo básico, a su gusto, y todo de forma sencilla y sin que el autor del tutorial haya tenido que tomarse el trabajo de escribir un tochazo. Aprovecha el trabajo de otros, y los otros también se benefician de las visitas que les manda. Ya no existe un libro como tal, lo que hay es hipertexto que se maneja en red, y que en ocasiones ni siquiera es sólo hipertexto, sino un inferfaz web a una base de datos.

    Naturalmente, quien dice C dice Perl, o también html o Latex. ¿Y por qué no la mecánica de Newton? Lo que es cierto para muchos libros técnicos, que hasta ahora han sido libros pero que debieran haber sido hipertexto, también es cierto para muchos libros de texto.

    Hay también estructura en el hipertexto y en las bases de datos, e incluso hay unidad en la red (aunque borrosa en sus límites). Eso no quiere decir que dejemos de leer a Marvin Harris, pero es indudable que una parte importante del conocimiento se transmite mejor de otras maneras que ahora son posibles, y sin que una imaginaria pereza del lector tenga nada que ver.

    Pongamos que Apple saca un iPad sin pantalla retroiluminada. Como herramienta de aprendizaje el iPad ganaría por goleada al Kindle.

    Pulsa el botón Start:

    http://phet.colorado.edu/sims/my-solar-system/my-solar-system_en.html

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  8. Los libros de antropologia de divulgacion recomendados por Juan Luis

    http://www.zohoviewer.com/docs/s6URa
    Barley Nigel - El Antropologo Inocente.PDF

    http://www.zohoviewer.com/docs/waUsdh
    Harris, Marvin - Bueno para comer.rtf

    http://www.zohoviewer.com/docs/bbLhac
    Harris, Marvin - Vacas, cerdos, guerras y brujas.rtf

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  9. ¡Muchas gracias a ambos!

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  10. Muy buen artículo, Juan Luis.

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  11. @Krigan nada que decir a tus ejemplos sobre manuales, aunque los extremas: hay ciertas obras clásicas, de introducción o no, que tienen sentido linealmente. Otro tanto ocurre con los textos en CC exactas, independientemnte de su longitud. Arxiv, por ejemplo, no funciona con hipervínculo saltón, sino lee que te lee de principio a fin. Eso sí, admito que hay un filtro: sólo una obra bien hecha y que interese hace deseable la linealidad, si no pasas hojas o haces clic en un hipervínculo

    @Dubitador: lo peor de tu ejemplo es que la biblioteca anagrama de antropología, maravillosa, lleva más de 10 años descatalogada. Es tan absurdo...

    @ Jorge: gracias, majo

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  12. Anónimo12:10 a. m.

    Curiosa página esta, una especie de lectura ipad para pobres www.ellibrototal.com

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  13. Pues si, Juan Luis, esos descatalogados merecerian ser digitalizados furiosamente para generar la necesidad y atisbar la oportunidad, por parte del dueño de ese catalogo, de rentabilizarlo en version digital.

    En este caso, seria totalmente irrelevante la eventualidad de que pudieran circular copias gratuitas, ya que con poquisima inversion de donde no sacaban nada algo puede salir, a la vez que se va creando una percepcion y costumbre de normalidad respecto al libro electronico, esto es se educa y fomenta una demanda.
    Aunque los e-cacharros propiamente orientados a la lectura aun son caros y lo que es lo mismo no son lo bastante populares.

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  14. El que ha sido educado en el amor a la lectura seguirá leyendo libros, de papel o electrónicos. El que ahora lee "a salto de mata", distraído entre links y perdido en una lectura superficial en la web era el que antes sencillamente no leía libros. Así que en esencia el panorama es el mismo.

    Lo que sí es cierto, como narra Nicholas Carr en su ensayo "The Shallows" es que la irrupción de la web con todo su contenido fatuo está induciendo un nuevo modo de adquirir conocimientos que es nefasto y una "nueva mente" que vive distraída todo el rato y que ha perdido la capacidad de concentración.

    Y, en general, se ha perdido el norte y la visión de que un buen compendio sobre un tema es muchísimo más eficiente a la hora de Conocer que estar días y días clicando enlaces sin parar.

    En resumen, hay en nuestra sociedad de hoy en día otras muchas cosas que sí han muerto o están agonizando, a las que habría que prestar más atención en lugar de a polémicas artificiales como la de la muerte del libro.

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  15. Ojo, Ignacio, yo he tenido que superar la hiperestimulación de la web y empujarme para volver a dedicar horas al libro. Sin negar el perfil que comentas, la web es a la vez necesaria y fuente de conocimiento en dosis adecuadas.

    Con todo, creo que el papel de la monografía corre peligro precisamente por la falta de conciencia sobre el peligro de la hiperestimulación web. Aquí no puede haber virtud del término medio, porque no hay perspectiva suficiente, en mi opinión

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  16. Anónimo12:36 a. m.

    Muy interesante la reflexión a la que nos lleva Ignacio Lirio.
    Chulilla, a ver si te anímas y cuentas tu experiencia sobre ese anulante proceso de "hiperestmulación" de la web que padecíste y su conexión evidente con otra droga dura como es la tecnoadicción.

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  17. Anónimo, lo que puedo decirte es que la tecnología es para mí un medio para otros fines, y más ahora por mi trabajo. La tecnología puede apasionar, sí, pero es imprescindible no olvidar en ningún momento que es un medio. Una puerta para regalar cultura, para dialogar con otros, para construir como no se había hecho hasta ahora

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  18. El problema de la época en la que vivimos es la confusión entre información y conocimiento. En efecto, las TIC han desarrollado la capacidad de transmitir y presentar información de maneras cada vez más rápidas y visualmente agradables, y teóricamente intuitivas, aunque no se sabe muy bien para qué: los medios cada vez se esfuerzan denodadamente por atraer la atención del lector, poniéndoselo cada vez más delante de los ojos, compitiendo en ver quien lo pone más fácil. Cada vez los textos son más cortos y los titulares más gruesos.

    Todo esto no parece estar destinado a lo importante, lo que ha diferenciado a la especie humana del resto: el conocimiento. Se manejan grandes cantidades de información, pero no se estimula la adquisición de conocimiento, para lo cual es necesario cierto esfuerzo y voluntad. Deberían decir, «mirad, os lo vamos a poner lo más más fácil que podamos, pero el esfuerzo final lo tenéis que poner vosotros, y ese esfuerzo para aprender, es el mismo con un libro delante que con otro medio electrónico. La diferencia es la rapidez, la perdurabilidad, la fidelidad en la copia, el almacenaje. Pero parafraseando a cierto anuncio reciente, 'no podemos aprender por tí'»

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  19. Vivimos en un mundo cada vez más saturado de información, que ésta sea o no irrelevante es algo totalmente subjetivo. Por ejemplo yo sigo sin explicarme el fenómeno de que haya DIARIOS deportivos, esos que, incluso en un día alejado de cualquier partido de fútbol tengan la obligación de preñar 40 pliegos de papel con textos e imágenes. Para mí eso es el summum de la irrelevancia, pero con todo y eso veo mucha gente en el transporte público leyéndolos con fruición. De todos modos, es un fenómeno que es anterior a la eclosión de la web como avalancha de datos, así que es algo "off-topic".

    El fenómeno relativamente nuevo al que creo que hace referencia Juan Luis es la rendición, la indefensión del individuo ante semejante arsenal informativo. Creo que pertenezco a una generación "puente" que inició su interés por la cultura y el conocimiento en general de la mano de los libros y que ahora sobrevive como puede todavía con ellos pero nadando en mitad de este océano de distracciones al cual por lo visto y afortunadamente Juan Luis dice haber trascendido. De ser así es un gran logro y un mérito extraordinario.

    Me temo que para la mayoría el destino es bien distinto. Desde hace más de un año mantengo una web, blog, portal (ya no sé cómo demonios llamarla) monográfico sobre una de las epidemias urbanas de este siglo: la Procrastinación (www.procrastinacion.org). Supongo que no es la primera vez que escucháis semejante palabro. No me extenderé aquí explicando en qué consiste, para ello os remito al propio blog, pero os diré que está muy relacionado con la distracción y con la tecnología.

    Pues bien, cada día recibo no pocos comentarios de usuarios anónimos que son realmente la imagen de Almas en Pena, quejándose amargamente de lo miserables que son sus vidas por culpa de eso, de vivir atrapados en la Distracción. La web es en este caso un diablo catalizador de estos males, el Gran Distractor que está induciendo a millones de jóvenes a asumir un modelo de realidad basado en la superficialidad y en externalizar las responsabilidades.

    Ya no se memoriza, en su lugar "ya lo buscaré en Google". Ya no se mantienen fructíferos diálogos donde se aprenden cosas, si no que cada uno suelta su ristra de clichés sacados del Power Point de turno y así vamos tirando... no sé qué opináis, pero tiene el aspecto de un holocausto cultural o al menos de una transición a algo bastante siniestro.

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  20. @Lino: diría que la confusión que comentas empeora en españa porque las élites decisoras y mandantes están particularmente mal situadas en el lado malo de la brecha digital, y por lo tanto no pueden valorar desde la experiencia personal lo que significarían políticas eficaces para cambiar eso. Ellos no usan ningún medio de colaboración online, porque para eso está la secretaria, que el blog o incluso el email degradan si los tocas en directo. Te sorprenderías de las edades de estos preclaros líderes, y no sólo zapatero :D.

    La sobrecarga de información creo que sólo se puede vencer con medios sociales, smartcrowding o como quieras llamarlo. EL esfuerzo colectivo organiza cualquier fuente de información de forma que no puede ni el individuo ni la más lista de las máquinas. Ejemplo: un foro popular sobre cualquier tema, te tiene al día de conocimiento útil y lo más probable es que el conocimiento práctico para que la cosa funcione esté ahí.

    A partir de ahi, la vejez y la nieve en pelo y barba hablan: es necesaria la lectura lenta, bajar el ritmo, aumentar la concentración y no querer resultados de hoy para mañana. La mente da para lo que da.

    Como fan de la cifi que eres, lo mismo has leido "Naufragio en el tiempo real" de Vernon Vinge. Cuando la prota baja a la tierra, descubre que no dispone de sus medios de gestión del conocimiento, sino que tiene que recurrir a... libros. A leerlos, a la lentitud del caracol del lenguaje escrito. Da que pensar :)

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  21. @Ignacio Si eres un cuarentón como yo, serás de una generación curiosa: la primera con acceso generalizado a los libros... y quizás la última con acceso generalizado a los libros, porque para las siguientes el libro compite mal con otras formas de emplear el tiempo. Quizás la sorpresa maravillada nos dejó mal defendidos contra el aluvión de Internet, pero quienes teníamos lectura a nuestras espaldas disponíamos de una posibilidad de remontar imposible para quien no se ha criado leyendo.

    Yo no he trascendido nada, ojo. Simplemente, he vuelto a leer a un ritmo mínimamente aceptable, y ya me doy con un canto en los dientes. No sabría decir, pero llegué a leer muy pocos libros al año en los peores momentos (más allá del trabajo con textos profesionales, que se hace de la forma que se hace, usando el texto como herramienta) y el ereader me ha dado el cauce para recuperarme. Llevar siempre encima el cacharro no es lo mismo que llevar siempre un libro encima, aunque antes habría pensado que sí :)

    Impresionante tu web, me tengo que poner con ella a saco. Soy un procastinador importante para según qué cosas, pero en momentos dicho vicio (llamarlo enfermedad me parece que lo disculpa) me ha puesto en aprietos... y me ha costado un horror superarlo. Completamente de acuerdo en lo que dices de la relación web-procastinación

    Ahora, de ahí a holocausto cultural... ni yo soy tan pesimista :D. Eso sí, se me está quedando corto este diálogo, de interesante que es. ¿Alguna idea de cómo ampliarlo?

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  22. Sobre un libro de Carr "Lo que internet le está haciendo a nuestra mente", creo que puede serte interesante el experimento de Francis emulenews al preguntarle a sus lectores sobre la pertinencia de colocar los enlaces en el cuerpo del post o al final del mismo.

    http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/09/20/luchando-contra-el-peligro-de-internet-para-nuestro-cerebro/#comments

    Saludos

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