Conforme una empresa crece más allá de un punto (llevada por el éxito, claro) y acumula antigüedad, se incrementan las posibilidades de que los departamentos primero, divisiones después, adquieran vida propia en la misma medida en la que disminuye la comunicación (no te digo ya la cooperación) entre departamentos. Se puede llegar a un punto en el que la independencia/incomunicación estén tan avanzadas que se pueda hablar de taifa: los departamentos, bajo la cobertura del nombre común y de los objetivos supuestamente comunes, desarrollan en realidad objetivos y agendas no sólo independientes, sino en colisión con otros departamentos. A esto, sin duda, ayuda que la madurez de una empresa conlleva la sustitución de la camiseta por la corbata, que los gestores encorbatados toman preponderancia sobre los pioneros.
Eso, por ejemplo, es lo que le ha pasado a Google con Docs, Gmail y Wave. Desde los dos primeros se ha llevado a cabo una guerra sin cuartel contra el tercero, aduciendo que sus funcionalidades invadían terrenos reservados para sus productos. Al final se ha llegado al estrambote de cerrar el desarrollo de un producto prometedor y dejarnos tirados a muchos usuarios (yo me pillé los dedos en un proyecto y he sudado hasta montar una alternativa), cuando la lógica racional habría descartado tal enfrentamiento por el simple método de separar desde arriba con claridad competencias y objetivos para que se complementen y no para que compitan.
Otro ejemplo de Taifas aún más grandes y chungas es lo que se vivió entre las divisiones de SS.OO y de ofimática en Microsoft. Al parecer, uno de los motivos del inexplicable fracaso de un producto maduro y funcional (Tablet PC) fue la negativa de la división de ofimática a colaborar cuando el momento era el adecuado. Dicha negativa, por supuesto, no era declarada, pero lo cierto es que ofimática tuvo en sus manos la posibilidad de crear los primeros productos que hubieran dado sentido a Tablet... y lo hicieron con tal desgana y retraso (pobreza de funcionalidades, retrasos en la integración y publicitación de OneNote, etc.) que, en la práctica, los Tablet PC seguían llegando al mercado sin un software que les sacara realmente partido y que justificara la diferencia de precio (inasumible para muchos usuarios finales, evaluables para empresa con tal de que la inversión produjera resultados comparables).
Pues bien, en este último año estamos viviendo una situación calificable como de Taifa Corporativa entre Android y Chrome OS en Google, como explican estupendamente en Liliputing. Os remito al artículo, y en adelante sólo quiero complementarlo e interpretar la situación general.
2009. Finales. Un fantasma recorre los centros de decisión de las empresas de informática de consumo: tras el tsunami netbook (como el cojonudísimo compaq C110 que me compré por 190 euros con el que escribo esta entrada) va a llegar el tsunami Tablet. O puede llegar, al menos, porque pocos se imaginaban el éxito que iba a alcanzar el nuevo segmento (yo no estaba entre ellos :P ). La parte hardware es diseño e integración de componentes existentes, pero ¿Qué hay del software? Las alternativas existentes son:
- Windows CE. Vale, aceptamos Windows CE como sistema operativo moderno en 2010. XD
- Linux cocinado en casa. Tenemos una serie de ejemplos lamentables en otros segmentos (ebooks, por ejemplo), en los que Linux adaptado a un dispositivo específico no ha dado la talla respecto a la experiencia de usuario que los usuarios acogen con entusiasmo. No digo que Linux no sirva para el escritorio (lo estoy usando para este post), sino que muchas adaptaciones creadas ex-profeso - como digo, cocinadas en casa - son incompletas o no ofrecen el acabado sólido y atractivo que uno espera en 2010
- Maemo. Increíble FAIL. Lleva con nosotros desde 2005, ha evolucionado con rapidez, se creó para Tablets y es libre. ¿Qué falla? Pues que un error se "arregló" con otro error. Otra Taifa corporativa: Maemo fue frenado una y otra vez porque Nokia había comprado Symbian, y había que rentabilizar la inversión, y 4 años de trabajo con GTK se tiraron a la basura porque Nokia había comprado Trolltech, la empresa creadora de QT, y había que rentabilizar la inversión. Probablemente empezar con GTK no fue una buena idea, pero tirar todo lo construido tiene como efecto inevitable que la confianza en la continuidad se va por el retrete: si me la pegas una vez, culpa tuya; si me la pegas dos veces, culpa mía.
¿Qué alternativas quedan?
- Android, que despega como un cohete: pese a que la velocidad de aparición de las nuevas versiones es frenética (la famosa fragmentación de Android), no se rompe nunca la compatibilidad como le pasó a Maemo. Es gratuito y libre... aunque eso no se aplica a unas pocas aplicaciones core de Google. Entre ellas, el market.
- Chrome OS, un Linux centrado en el navegador Chrome... y ya. Si Android es frenético, Chrome OS lleva un ritmo sorprendentemente lento. No sólo eso, sino que es un producto que tiene sentido para tablets y netbooks:
- Arranque ultrarrápido (< 10 segundos), lo que no tiene sentido para tablets ARM con despertar realmente instantáneo.
- Centralidad absoluta del navegador, lo que tampoco tiene sentido para un dispositivo sin teclado.
Es lo que hay para 2010. La elección lógica de todos los fabricantes (menos de HP, que compra Palm y su sistema operativo con cojones) es Android. Eso parece ser un problema, porque "Android no es un sistema operativo diseñado para tablets".
¿Mande?
Sí, como lo oyen. Si no "es un teléfono", si no se dispone de conectividad 3G, Google no certifica el dispositivo para que se le pueda instalar el Market y acceder a las aplicaciones de Android. La solución ha acabado por salir, por más bizarra que sea: vas a poder llamar por teléfono con un Samsung Galaxy Tab de 7 pulgadas en plan mortadelo postnuclear.
Otras razones "de peso" que se aducen es que muchos tablets no tienen acelerómetro, o que algunas aplicaciones ajustan la pantalla a una resolución "dura", no adaptable a pantallas de más resolución que las de los teléfonos móviles, y por lo tanto se verían mal.
Ya. Vale. Lo que digáis. La verdad es que no se han currado demasiado la excusa; yo la pondría al nivel de "el perro se me ha comido los deberes". La mayoría de las aplicaciones Android no necesita el teléfono (no distingue entre fuentes de conectividad a Internet) y sería trivial que en Android se indicaran las aplicaciones no compatibles con tabletas. Pero vamos, el usuario medio no es imbécil. Si se compra una tableta sin GPS, luego no pretenderá que le funcionen las aplicaciones con GPS.
Coño, si es exactamente lo que ha hecho Apple con el iPad y el iPhone. No exige ningun desarrollo revolucionario.
¿Cuál es el problema? Pues que si Android da el salto a tabletas en 2010, le va a cerrar un mercado emergente a Chrome OS. Da igual que fuera un segmento en el que no encaja un SO basado en un navegador. Da igual si Chrome OS sale al mercado bastantes meses después que los fabricantes pongan tabletas en el mercado. Google tiene una sartén por el mango, la certificación para aceptar la instalación del market, y la usa... mal.
Ayer, responsables de Google afirmaban que Android no estaba preparado en su versión actual (2.2) para tablets... pese a que los productos que llegan este otoño demuestran lo contrario. Ha dado igual que esta decisión absurda haya retrasado la salida de tablets con Android al mercado, y que para que tengan acceso al market hayan tenido que integrar un módem 3G innecesario y que encarece los costes. No ha importado que la competecia gozara de meses sin competencia real. Todos estos perjuicios propios y de terceros no han importado con tal de que Chrome OS no saliera al mercado "sin nicho".
Es mi opinión, sí, pero no sólo la mía. Ese CEO de Microsoft hace unos meses se burlaba de que Google sacara al mercado dos sistemas operativos a la vez, y no le faltaba razón: inevitablemente se pierde claridad respecto a la estrategia de la empresa, también es inevitable que los consumidores se confundan... y lo que no dijo, aunque es fácil de deducir a toro pasado, es que un proyecto puede perjudicar a otro.
Si en el caso de Wave "se pisaron callos" y se devolvieron coces en respuesta, en este caso se ha puesto el futuro de un producto y de un grupo de trabajo por delante de los intereses generales de la empresa. Se ha perjudicado la expansión de un sistema operativo de éxito, sin asegurar (ni por lo más remoto) que la alternativa interna vaya a adquirir tracción.
Pese a las diferencias, interpreto que Wave y Chrome OS son el mismo caso: el precio inevitable del crecimiento y madurez de la empresa, la generación de Taifas Corporativas. Cuando los intereses de la Taifa se ponen por delante de los del grupo completo, de la empresa, se producen decisiones que tienen todo el sentido desde dentro y que desde fuera se ven como ridículamente desdichadas.
Google no ha llegado al climax de la taificación. Ese honor, de momento, sólo lo tiene Palm, el amo del segmento de los dispositivos portátiles que, en la cima, se divide en dos taifas que se perjudican entre sí todo lo posible. Ese caso (Palm One y los increiblemente estúpidos responsables de Palm Source, responsables de hazañas tales como la compra y extinción de BeOS, el mantenimiento del zombie del OS 5.0 y varios intentos fallidos de Linuxificación, etc.) debería ser un faro en la noche: es la barba quemada del vecino que debería hacer que las barbas propias se humectaran.
Es fácil de decir, pero no de hacer. No tengo respuestas a la pregunta de ¿Cómo evitar una Taifa Corporativa?
¿Colgando a algunos ejecutivos de las pelotas y dejarlos a la vista de todos?
ResponderEliminarY yo que pensaba que sabía lo que era dar caña de la buena...
Una respuesta seria sería lo que creo que hace Jobs y hacía Bill Gates: tener las riendas de todo en plan absolutista y de ordeno y mando por mis cohones que hacéis eso u os tiro a todos a la p*ta calle...
Es lo que me parecio siempre desde que columbré los inicios de la égida neoliberal: los chicos de las academias de contabilidad, endiosados bajo el marbete de escuelas de negocios y MBAs creen que por haber vencido en la compra de un paquete de acciones ya saben lo suficiente de esa o aquella empresa para dirigirla.
ResponderEliminarSe les ha educado para satisfacer a la orden de ¡AR! las exigencias de rentabilidad al minimo plazo posible, y obedecen, aunque signifique usar los vagones del tren para alimentar la caldera de la locomotora. Total, los han reclutado bajo compromiso de una jubilacion de oro.
Enhorabuena por el post, me parece muy lúcido y que expresa muy bien lo que sucede en las grandes organizaciones, ya sean empresas, asociaciones, etc.
ResponderEliminarRFOG, los productos clásicos de Apple son una cosa (bien acabados, sobrepreciados en base a sus componentes, eficaces) y la última hornada es otra muy distinta. El gran mérito de la última hornada de Mac es del impacto en medios de comunicación antes de que cualquier otra cosa.
ResponderEliminarEn cualquier caso, lo que me parece más importante es que muchas veces los responsables de zancadillas que perjudican a la organización entera, de guerras civiles y boicots, no se comen los efectos. No el mínimo, que es el despido, sino demandas por daños y perjuicios... o, cuando menos, que las empresas del sector conocieran la hazaña del prenda y se tuviera que dedicar a otra cosa.
Claro, el problema está en que o bien no es sencillo de demostrar, o bien también salpicará a gente por encima, que no hayan participado en la estupidez pero que hayan "dejado hacer", viendo como se matan y dificultando el ascenso de potenciales competidores, hasta que es demasiado tarde.
En cualquier caso, Dubitador, pensamos lo mismo: lo cojonudo de nuestro sistema actual es que un ejecutivo de cierto nivel va a tener parámetros parecidos de funcionamiento organizativo si es una empresa TIC o si es una cárnica de servicios de mantenimiento.
En USA, al menos, tu historial se tiene que desarrollar en un sector específico para que se te tenga en cuenta. Pero en JEspaña, el país de "lo que hace Zutano lo hago yo con la punta de la polla, sinencambio lo mío sí que es chungo y tiene mérito", el país europeo donde probablemente importe menos la meritocracia y el CV real, todos valen para un roto y para un descosido. Alierta vale para presidente de Tabacalera y de Telefónica, porque ambas empiezan por T y su sexta letra de apellido también es T.
No es que no haya profesionales ni profesionalidad en España, es que se valora realmente poco. Mi teoría es que la élite organizativa está particularmente poco formada en España, no tienen marcos de referencia desde los que valorar la profesionalidad y, lo que es peor, el verdadero profesional es una amenaza que hay que combatir so pena de que demuestre con su mero hacer que el ejecutivo español es una bolsa de vapor trufada de amiguismos e invitaciones a puticlubs.
Generalizo, por supuesto. Pero en 22 años de contacto con el mundo empresarial lo he vivido demasiadas veces...