sábado, octubre 23, 2010

el futuro local o remoto de los libros electrónicos

Leo en franontanaya.com un post sugerente: ePUB estará muerto en cinco años. El camino son las aplicaciones web.

El sí mismo me parece discutible. No digo que no tenga sentido que algunos ebooks en el presente y en el futuro se sirvan como apps. Ya está funcionando, y las ventajas que comenta Fran son evidentes. Sobre todo, si en vez de pasar por el aro / cuello de botella de una appstore obligatoria, hay libertad para distribuir de forma independiente el contenido/contenedor.

Pero vaya, me parece una variante de un caso mayor, que es el que realmente va a importar: el futuro de los ebooks, ¿será un archivo almacenado localmente, o un contenido al que acceder por y sólo por Internet?

Hasta ahora hemos seguido "la tradición": exactamente igual que antes que Internet llegara a nuestras casas, el acceso a los contenidos digitales se lleva a cabo a través de la copia local. Da igual cómo lo hacemos, si pasando de mano en mano un disquette (por cierto, ¿os habéis parado a pensar que un ebook es de los pocos contenidos que seguirían cabiendo en un disquette?), o si nos descargamos contenidos de Internet de la fuente que sea. Descargar es, siempre, llevar una copia de un archivo hasta nuestro ordenador o dispositivo.

La alternativa a descargar es, por supuesto, acceder. Cuando queremos leer la versión web de un periódico, no nos la descargamos, sino que la abrimos en el navegador. Si queremos acceder al contenido de pago, apoquinamos por el método que sea; dependiendo del proveedor, será más o menos difícil hacer una copia del contenido en local. En cualquier caso, la vida útil de esos contenidos es tan corta que les protege de la distribución por otros canales distintos a los originales.

Otro ejemplo: los RSS. Esa forma de distribución de contenidos que, como dicen los tolomato(1), va a morir en poco tiempo. En origen, los feeds se descargaban por medio de un cliente local (A mí me encantaba RSSOwl) y se leían en él. De hecho, es un método extraordinariamente eficaz para consultar contenidos de Internet si la conexión es cara o inestable, como ocurre en tantas partes del mundo. Después, los lectores de RSS en web tomaron el relevo para la mayoría de los usuarios. En mi caso, empecé con bloglines y acabé con google reader. Si en ambos casos un lector RSS permite ahorrar tiempo, en tanto que no hay que visitar tus webs habituales una por una, sino que puedes recorrer los titulares mucho más rápido con una sola aplicación o en un solo espacio web, el cliente web gana la ventaja adicional de la inmediatez: no hay que esperar a que se descarguen los contenidos, porque el servicio web los mantiene al segundo, y se puede acceder desde cualquier ordenador, esté o no bajo nuestro control.

Un ebook puede funcionar igual que los contenidos RSS. De hecho, el parecido es mucho mayor de lo que parece: la única diferencia es el tamaño del texto, pero se trata de acceder a contenidos básicamente textuales. Hasta ahora, toda nuestra inercia tecnológica ha hecho parecer que la descarga fuera el único camino. De hecho, superar la unión continente-contenido que se da en el pbook o libro de papel es ya un salto mental lo suficientemente dramático como para romper con facilidad, encima, la conexión contenido-archivo.

No es tan fácil. Pensadlo: ¿qué hacéis con vuestras fotos? ¿Os sentiríais bien si estuvieran almacenadas śolo en la nube?

La ventaja de acceder a los ebooks en la web sería bastante importante:
  1. Podríamos acceder a ellos desde cualquier dispositivo, sin límite de copia de ningún tipo... porque no habría copia.
  2. Como no habría copia, disminuirían los problemas actuales de préstamo de ebooks: temporalmente no podríamos leer el libro prestado, y nuestro amigo podría leerlo durante el tiempo que estipuláramos. 
  3. No habría necesidad de DRM.
    1. Si no se necesita proteger de copia al libro, basta con que lo colguemos una versión html en nuestro servidor. Se lleva haciendo eso desde que se inventó la WWW en el 93.
    2. Si se necesita proteger de copia, bastaría con un programa de lectura que impidiera el acceso al portapapeles, o a cualquier otro tipo de manipulación de los contenidos. 
 El problema presente es que una parte muy importante del parque de ereaders no accede a Internet y, por lo tanto, es inútil para acceder al ebook online. Sin embargo, creo que es un trivial comparado con el problema cultural que he definido líneas arriba como inercia tecnológica. Pese a la independencia del papel, productores y consumidores siguen uniendo al ebook con su archivo. Sin archivo, disminuye decisivamente el sentimiento de posesión y control.

¿Qué os parece? Yo estoy tentado de pensar que el ebook online solucionaría muchísimos problemas de una tacada

 (1) tolomato: dícese del fashionvictim tecnológico con delirios de grandeza que, para ganar la atención que no merece en buena ley o por mérito propio, declara de la forma más altisonante que pueda que tal o cual tecnología va a morir. Aplíquese al propio autor de la definición si se da el caso.

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