Sergio Aguilar ha compartido una interesante noticia en exiledbuzzers: los nuevos diputados dispondrán de iPad en lugar de ordenador portátil.
No me meto en que también dispondrán de un iPhone4S pagado con tus impuestos, y los míos, y los de todos los que pagamos impuestos. Prefiero no seguir por ahí, porque pensar en este bonito gasto en tiempos de crisis me pone la vena gorda.
Además, es una gota en el mar de regalías, gastos de representación, discreccionales y demás alegrías que se permite nuestra casta política, jacarandosa como ella sola. También es un gasto relativo, porque si fueran a recibir portátiles, seguro que no se escatimaría en gastos.
Pero no se trata sólo de gastar. Se trata de gastar para conseguir un objetivo.
Por ejemplo, si hay que usar un ordenador en condiciones duras de campo, lo suyo es pillarse un equipo apropiado. Un GETAC, o un Panasonic Toughbook. De acuerdo, la empresa, o el profesional independiente, van a tener que desembolsar el equivalente al precio de 4 equipos de prestaciones decentes. Pero ese gasto no hay que mirarlo si los resultados del profesional dependen de tener un equipo confiable en todo momento, que vaya a aguantar sus jornadas y vaya a resistir una buena ración de maltrato e imprevistos.
De la misma manera, me parece comprensible que un comercial, o un empleado o directivo que represente a su empresa en encuentros y reuniones, lleve consigo un buen equipo lo mismo que cuida el resto de su imagen. Hace unos años, en las mesas importantes, las personas importantes sacaban a pasear vaios y otras máquinas más o menos ostentóreas. En esos casos, y conociendo los hábitos de bastantes de los reunidos para los que el ordenador era algo de frikis y de pringaos varios, el ordenador era ante todo un símbolo de status.
Hoy el símbolo de status se ha desplazado. Si hace 7 años la cúspide del status en móviles era o bien la gama alta de Nokia, o bien la gama alta de BB, hoy lo son los iPhone. Y el iPad ha logrado resultados sorprendentes como símbolo de status, dado que lo portan algunos de los mandatarios más importantes.
Pero no nos confundamos: la foto en la que se ve a Obama con un iPad bajo el brazo es la de un usuario de un dispositivo muy limitado. La ley americana define toda la correspondencia presidencial dentro de unas reglas muy estrictas de seguridad, y de hecho hubo que montar la de D*s para que pudiera usar una BlackBerry. Por lo tanto, su iPad será un dispositivo para consultar información no relevante.
Porque hay un problema adicional: ni el iPad, ni su competencia, son máquinas apropiadas para personas que manejan información crítica. Ni el presidente, ni un parlamentario en una comisión que maneje secretos de Estado. Al igual que si te llevas un vaio al campo te va a durar horas a poco que lo maltrates, ni un iPad ni un tableto con Android está realmente blindado para resistir ataques de crackers para los que rente el potencial riesgo de asaltar la información de un parlamentario.
Y en el caso de Obama, dudo que en Cupertino nadie fuera tan imbécil como para tratar de acceder a su información por una backdoor de cualquier tipo. Lo mismo que a los demás políticos americanos, tanto por patriotismo como porque les pondrían mirando a Cuenca los del servicio secreto o cualquier otra de las decenas de organizaciones de seguridad e inteligencia, máxime después de las Patriot Act.
Pero no es el caso en España. Aquí no hay garantía alguna de que no se pueda aprovechar las puertas ocultas de iOS o Android (si fuera el caso, aunque no va a llegar a manos de los políticos salvo rarísima excepción pagada con su propio bolsillo) para acceder con comodidad a información relevante.
Hace unos meses supimos que Rusia se planteaba prohibir que los altos cargos usaran iPad. En un país que, gracias a su brutal nivel académico, produce sistemáticamente algunos de los crackers más tremendos del planeta, digo yo que su tradicionalmente paranoico FSB habrá tenido claro que el doble riesgo de backdoor o de seguridad insuficiente es inaceptable. De hecho, las denostadas BlackBerry PlayBook han sido certificadas para ser usadas por altos cargos americanos, por combinar la seguridad básica de BlackBerry con la fortaleza de QNX. Y nosotros, sin tantas alharacas, al menos tenemos un acuerdo entre el CNI y Microsoft para asegurar dentro de lo razonable que las máquinas con Windows son adecuadas para uso oficial en España. La seguridad contra intrusiones es cosa ya de los servicios de seguridad españoles.
Si se trata de demostrar status, que se lo paguen los señores diputados. Si se trata de trabajar, me temo que un iPad no es un dispositivo de productividad. Como no quiero profundizar en qué consisten las tareas de nuestras señorías, queda una cuestión más objetiva... y hasta más jodida: esperemos que alguien haya caido en la cuenta de que un iPad no está diseñado con la seguridad como objetivo primario. Se me cae el alma a los pies al pensar que nuestros líderes, con independencia del partido político, han abrazado un tipo de dispositivo con el que no deberían manejar información realmente confidencial.
Cada día me doy unas vueltas por la blogosfera tecnológica y comento lo que me llama la atención con los colegas. Aquí pretendo hacer otro tanto. Algunos de los temas reincidentes serán Tablet PC y e-ink, y ya de antemano espero que los espíritus sensibles no se lleven las manos a la cabeza si con peor o mejor fortuna explico de forma llana algunos de los temas que trate, porque lo que pretendo es que esto no lo lean sólo los frikis, geeks y demás gentuza como yo.
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No te engañes. La mayoría de los ordenadores que reciben los señores diputados nacionales y autonómicos acaban en la habitación de sus retoños. A lo mejor el móvil se lo quedan, mayormente por fardar un poco. Además es "gratis", y los latinos tenemos una amor inmensurable por lo "gratis", especialmente cuando el "gratis" sale de nuestros impuestos.
ResponderEliminarPara subir la mano en una votación parlamentaria cuando te lo diga el jefe de grupo, que es el 99,99% del tabajo del 90% de los señores diputados, no hace falta tanta parafernalia tecnológica.
Es cuestión de tiempo que las cámaras pillen a un parlamentario o senador jugando al Angry Birds o viendo porno en medio de una sesión. Ya ha pasado en otros países.
ResponderEliminarEmpiezo a creer que este blog, como tantos otros, no son mas que una excusa para escribir desde vuestros dispositivos electrónicos. EL RECTOR
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