domingo, mayo 16, 2010

Por qué el lápiz (electrónico) no ha muerto

Llevo unos días buscando un hueco (esos lapsos de tiempo que se me han vuelto tan escasos en las últimas semanas, a este paso me pega un jamar de esos de los japoneses en la mesa de trabajo) para comentar un artículo de slashgear que me encantó: Apple, iPad & why the stylus isn’t dead.

A posta no he parafraseado por completo el título original. En estos días de tribulaciones, poner en duda que el iPad es la tabla multitouch de Moshe es pecar de lesa majestad, así que he pensado que si lo titulaba así ya iba a condicionar la lectura del artículo. Puestos, prefiero condicionar con un párrafo un poco más largo, como el que estáis leyendo. Y sí, el iPad es el enemigo definitivo de lo que fue y puede ser la informática, del instrumento empoderador que mencionaba Obama el otro día. Cada vez que leo que el iPod de Bilbao revoluciona la forma de navegar porque sostienes durante horas un ladrillito de 600gr. mientras multisobas la página web de marras... hummm...  no sigo, que me cargo este post. Hala, ya he pecado de lesa majestad este fin de semana. A lo que iba.

En la primera presentación del iPad de enero, Jobs se carcajeó del lápiz como interfaz. Con el iPad en las tiendas, parece que el lápiz es cosa del pasado. De los obsoletos cuadernos de notas, o del fallido tablet PC. Pero, como dice Chris Davies, que es un crack de la pradera, sucede que el lápiz es uno de los métodos de input peor entendidos.

Efectivamente, la masa mainstream como mucho ha conocido los stylus de las PDAs y viejos windowsmobiles. Pasar de ahí a las actuales pantallas capacitivas para interactuar con el software sobándolo parece un salto revolucionario a mejor del que no cabe la vuelta atrás. Y sucede, efectivamente, que la inmensa mayoría de los usuarios no ha probado una pantalla con matriz activa wacom. Una pantalla que no sólo es más precisa que las viejas tecnologías resistivas, sino que permite apuntar sin tocar, así como una percepción de la presión sobre el lápiz inalcanzable incluso para las tecnologías capacitivas.

En cualquier caso, lo más importante es la precisión. Por esenciales que sean los dedos, no son adecuados para las tareas precisas. Un escultor puede moldear con las manos, pero un maquetista usará herramientas que aumenten la precisión de sus dedazos. No se puede escribir a pelo con los dedos, necesitamos un instrumento que aumente su precisión, como se puede comprobar comparando un texto manuscrito en papel del "lava el coche, cerdo", que se pinta en un coche con capas de mierda. Incluso Scott Wade, el onvre que hace arte de la mierda sobre el parabrisas, usa pinceles.

En abstracto, un lápiz sobre pantalla de matriz activa une lo mejor de los dos mundos: la naturalidad e inmediatez de la mano con la precisión del lápiz. Pero cuando pasamos del concepto a la realidad real, sucede lo que ya vengo años lamentando:
What hurt – and continues to hurt, Microsoft’s ongoing efforts notwithstanding – tablet PCs beyond the limited mainstream access was that its good uses of the stylus were hidden behind an admittedly underwhelming UI. Microsoft made the bare minimum of iconographic changes, amounting to little more than the option for bigger versions of mouse-centric buttons, and grafted on an under-appreciated handwriting recognition engine that left users feeling one step removed from the OS and whatever mainstream apps they chose to run. The underlying flexibility of Windows – that you could load any software that would run on a regular, non-tablet PC – only served to emphasise the removed nature of the pen input. Titles like OneNote and the bundled Journal (both of which could leave handwriting in place but, thanks to background character recognition crunching and the accuracy of an active digitizer, allow you to search through your notes as it’d they’d been typed in) made it all the more obvious that everything else was a hodge-podge of mediocre usability.
La historia de Microsoft con el lápiz es una historia de visión (Gates insistió hace poco en ello) que no llega a buen puerto porque el enemigo está dentro, con algunos mandriles en la cadena de mando obstaculizando sin remedio el esfuerzo de años. A nivel de SO funciona y está maduro, pero el software no ha sido adaptado, la herencia del paradigma Office (menú principal/menú de iconos/menú emergente) es demasiado pesada. Incluso el bienvenido Ribbon de Office 2007/2010 no deja espacio claro para el uso del lápiz más allá de integrarlo como submenú, lo cual es muy triste.

Y el autor tiene razón, cuando a renglón seguido afirma que la decisión de Apple por la touchicidad fue llevada hasta las últimas consecuencias. Sin mirar atrás, sin considerar ni por un momento todo lo que se había acumulado en OSX. Y así les ha ido, francamente.

Pero vamos, por bien que esté implementada la interfaz táctil, sigue careciendo de la precisión y versatilidad que te da un lápiz. Los artistas no son los únicos que se habrían beneficiado del defenestrado courier. Todos hemos sido enculturados formalmente con un lápiz. Los niños de hoy siguen expresándose con lápices, y las ideas nacen de un lápiz y del trozo de papel que se tenga a mano. No me veo pariendo un modelo de negocio o las primeras fases de concepción de un proyecto con un dedo en la pantalla, y de hecho el teclado en esos momentos me sobra.

Seguir a Apple porque ha tenido éxito es condenarse a segundón, cuando no algo peor. Me permito con tranquilidad dudar del éxito de Windows 7 Mobile, precisamente porque está en la estela de los que van ahora por delante en vez de innovar por su cuenta. Y con el tesoro de innovación que tienen detrás, cada vez me indigna más que lo mantengan encerrado, sin dejar que vuele.

Comienzo como acabo: el artículo es realmente interesante y hace pensar (el de Scott Wade, el mio vosotros diréis :) ).

5 comentarios:

  1. Anónimo10:23 a. m.

    [Soy RFOG que de nuevo el p*t* gmail de los cohones no me deja loguearme en los comentarios].

    ¡Hala lo que ha dicho del iPad! ¡Vas a ir al infierno! :-)

    Llevo como desde el segundo día que tengo el iPad buscando "lapiceros" para él porque eso de los dedos, aparte de enguarrar la pantalla que da gusto y al final terminas viendo tu propia "guarrerida", tiene la precisión de un muñón sobre el botón de reset de un DR1000S.

    Al final he encontrado algo en algunas tiendas, en Amazon me salen 3 por menos de 2 dólares pero los gastos de envío lo hacen inviable, he visto por ahí un vídeo sobre cómo hacer uno con la gomaespuma de los protectores de los chips pero pese a tener de tres clases ninguna funciona.

    Al final me pongo un pañuelo de papel de esos ultrafinos sobre el dedo, pero sige siendo el mismo grado de precisión cuando con mi TM2 con sólo acercar el lápiz y darle al botón, funciona...

    Y MS, bueno MS, se ha convertido en una bola rodante cuesta abajo que para frenar tiene que llegar al fondo... Me imagino la época del W95 y a Bill Gates gritando como un loco a todo dios para recuperar el tiempo perdido por su error de no haber creído en internet... ahora, de estar (que ya no está) seguro que tira una silla por la ventana y lo más que pasa es que llegan los cristaleros a cambiar el cristal...

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  2. Rafa, podrías iluminarnos y currarte un video comparando el trabajo fino con un TM2 y con un iPad

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  3. [RFOG]. El problema está en que... ¡¡No tengo cámara!! ... ni siquiera de echar "afotos" (bueno, tengo una pero como si no la tuviera, las pilas le duran unos 30 segundos, incluso las recargables esas de ultra alta potencia amperaje extendido megapower on the rocks: 3AH).

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  4. A falta de imágenes, buenas son mil palabras. Y tu móvil, anyway? y la cámara de un vecino?

    ¡El mundo necesita saber?

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  5. Si le pido al vecino una cámara para rodar algo de esto, tengo choteo en el barrio para varios años (si ya lo tengo sin nada de eso... ).

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