domingo, mayo 23, 2010

Ereader como herramienta para textos 2: comentario y extracción de citas

Hace unos días comentaba una noticia en la que alumnos de Princeton habían rechazado al Kindle como herramienta de estudio pero no como lector de ebooks. Por otra parte, en la entrada anterior comentaba el uso que le estoy dando al kindle como herramienta para la corrección de textos. Como avisé, hoy toca dar un paso más hacia adelante y hablar de un uso más intenso y activo: un ereader (kindle en este caso) como base para el trabajo, comentario y extracción de citas de textos.

Uno de los múltiples beneficios que me han aportado los ereaders ha sido la lectura más frecuente de fuentes web, revistas o similares, que no leía por no imprimir y no dejarme los ojos. Sí, no tengo ningún problema en reconocer que soy un tiquismiquis con las pantallas de ordenador, porque por algun motivo la pantalla retroiluminada parece que me cansa más que a mucha gente. Era peor aún con las viejas CRT: en alguno de mis primeros curros me las veía y me las deseaba cuando la frecuencia horizontal de esos monitores baratos no se podía subir por encima de 65 Hz y al par de horas las líneas de texto empezaban a dejar rastros de ghosting en mi visión. Sea como fuere, los textos un poco largos saltan directos de la pantalla LCD al ereader que esté usando en ese momento.

El fin de semana no se ha hecho para estar en casa salvo causas de fuerza mayor. Y aunque mi alergia al polen de las gramíneas me tiene pensando en el Napalm urbano toda la semana, llega el fin de semana y hago tripas corazón. Como voy a estar hecho polvo de cualquier manera, agarro mi tumbona de Alcampo de 7 euros (tengo que dedicarle un post, pedazo de invento) y me tumbo a la bartola a la sombrita a leer. Los usuarios de ereaders ya gozáis de la ventaja gozosa de las pantallas EPD, que al contrario que las LCD (multisobadas incluidas) se pueden leer a la luz del sol con toda comodidad

Pues bien, he vuelto a coger con gusto una revista, Edge, que no leía últimamente tanto por tiempo como porque han tomado una deriva vedettista que deja a cierto egocentrísimo que yo me sé como tímido y retraido muchachuelo que jamás habla de sí mismo. Con todo, tras las celebraciones multitudinarias de crosslicking egos en sitios chic y gafapastismo rampante, de vez en cuando quedan contenidos como los de antes, provocadores y chulos. Un ejemplo: Digital Power and its Discontents.

Me ha motivado lo suficiente como para trabajar con él. No sé si acabará en un paper, protopaper o al cajón de los borradores, porque como ahora escribo por gusto me da un poco igual. Lo cierto es que he empleado las funcionalidades que todo ereader que quiera acabar en manos de estudiantes debería implementar de forma sencilla y eficaz: subrayado y anotado. En el Kindle, para subrayar tienes que desplazarte con el joystick ...

(No hay que sobar la pantalla! Penitenziagite!)

... Increible, ¿eh? Usar un joystick movido por el pulgar para desplazarte dentro de un texto.

Penitenziagite!

decía, te desplazas por el texto con el joystick, pulsas con el botón central si quieres empezar a subrayar y te desplazas carácter a carácter o línea a línea hasta que alcanzas a subrayar lo que deseas. Una pulsación del botón del joystick acaba con el subrayado. Y para las notas, tienes que situarte al principio de la palabra sobre la que vas a anclar la nota y ponerte a escribir con el teclado. Ya dije que el teclado da poca más velocidad que la de un smartphone, pero resulta más que suficiente para notas de menos de 20 palabras, que vienen a ser las que se emplean para la marginalia en los textos de papel de toda la vida. Un ejemplo:
No es sólo la comodidad de llevar encima tu biblioteca y poder anotar y subrayar. Al contrario que lo que dicen en el curioso artículo del Daily princetonian, subrayar con un kindle es algo más rápido y sobre todo exacto que usar un fluorescente de cuando yo era chaval, a menos que la mina del fluorescente sea de 3cm de grueso y permita subrayar párrafos con tres pasadas. Quiero decir, cada clic hacia abajo es una línea subrayada y te haces 3 clics al segundo por la velocidad de la pantalla EPD. Anotar, sí, puede ser más lento que escribir a mano, pero... tus notas no son dato muerto.

Efectivamente, cuando acabas de currar conectas tu kindle a tu ordenador, abres el archivo My clippings.txt y copias al portapapeles tus subrayados y notas que has ido haciendo. La primera vez que me percaté de que los subrayados eran citas y que, más aún, me habían ahorrado el nada despreciable trabajo de picármelas me di cuenta de que estaba ante algo gordo. Un ejemplo:

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Edge.org DIGITAL POWER AND ITS DISCONTENTS (Juan Luis Chulilla)
- Highlight Loc. 106 | Added on Saturday, May 22, 2010, 08:36 PM
internet utopians.
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Edge.org DIGITAL POWER AND ITS DISCONTENTS (Juan Luis Chulilla)
- Highlight Loc. 111-16 | Added on Saturday, May 22, 2010, 08:37 PM
It was published a week after yet another overhyped wave of Iranian protests came to nothing. But this time something was different in how that failure was explained in the media. Suddenly, I could sense some public frustration — even in The New York Times — about how the Internet could have actually thwarted the protests, making them more disorganized. That's something I really wanted to play with in that essay. But since the Wall Street Journal  wanted me to offer a critique of techno-utopianianism, I had to venture beyond recent events and see what kind of ideas are guiding governments in this space.
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Edge.org DIGITAL POWER AND ITS DISCONTENTS (Juan Luis Chulilla)
- Note Loc. 115 | Added on Saturday, May 22, 2010, 08:37 PM
enemigo del empoderamiento
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De repente lo que tenía, sin haber hecho otra cosa que leer, subrayar y anotar, eran fragmentos del esqueleto de mi artículo: citas textuales, citas de las que me iba a quedar la idea y mis propias paridas.

Lo dicho, lo que le falta a los ereaders es una pastillita con olor a papel acidificado (viejo) que vaya liberando la esencia poco a poco. E imitar al iPad y que el altavoz deje sonar un suave "wuoooosh" cada vez que pasas la página.

Amos, hombre. Menudo salto. No es sólo obviar el papel, su carga en la mochila, sus costes de todo tipo. Es producir dato vivo mientras trabajas con él. En vez de tener que dar dos pasadas al dichoso paper (como poco), una para leer, subrayar y anotar y otra para recoger tus notas, cuando acabas de leer y trabajar el texto las citas e ideas sugeridas ya te están esperando.

PS. Avanzando en el artículo me encontré con una referencia a Here Comes Everybody de Shirky. El contexto del artículo me despertó las ganas de leerlo y, mira por donde, estaba con un Kindle en las manos. Lo conecté a la tienda y me descargué el capítulo de prueba en 20 segundos, me lo liquidé y me gustó. No me lo compré porque era justo la hora de volver para casa, pero me lo pillaré en breve... y me quedé con la copla (y el miedito) a la facilidad que da la plataforma Kindle para acceder a los ebooks.

Ahora compárese este modelo (precio mejorable, pero decente, inmediatez, in-me-dia-tez) con la ocurrencia serendípica de comprar ebooks en librerías físicas, no sólo cañí sino al parecer que se va a adoptar por un consorcio francés. Por 1 euro, díganme fórmulas de éxito y fórmulas de fracaso en el modelo de negocio de ebooks, 1-2-3 responda otra vez.
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