Las características no son demasiado llamativas, con la excepción de que parecen haber conseguido que una interfaz táctil resistiva no genere los molestos brillos que genera en dispositivos comparables. Por lo demás, tiene una densidad de puntos no muy elevada (1024x768 parece poco para 9"), una funcionalidad de text-to-speech (algo especialmente importante en temas de accesibilidad, que casi todo el mundo se ha pasado por el forro no sea que, oh, D*s mío, uno de cada 10.000 de mis lectores pudiera llegar a comprar el audiolibro por separado, porque los ceporros aún no entienden la diferencia entre un audiolibro interpretado por actores y lo que puede hacer el loquendo). Otros elementos destacados:
- Un lector RSS
- Al loro con lo que aparece en la interfaz principal de lectura
- Text To Speech
- Annotation
- Highlight
- Eraser
- Rotate
- Zoom
- Dictionary
- Copy
- O sea
- ¿TAN DIFÍCIL ERA??? ¿HABÍA QUE SER UN DONALD KNUTH PARA PENSAR EN UNAS FUNCIONALIDADES QUE LE DIERAN EL EXTRA NECESARIO AL EREADER SOBRE UN LIBRO TRADICIONAL?
Esto me lleva al título del post: los límites de las pantallas e-ink. Os diré que creo que ASUS no ha hecho un trabajo espantoso ni mucho menos. Las funcionalidades core muestran un interesante abanico, me atrevería a decir que una buena elección. En abstracto, podría competir con el kindle. Pero luego ves el resultado, a la intrépida reportera tratando de escribir su nombre y... se te cae el alma a los pies. Es inutilizable.
Y me permito concluir indicando que creo que a los ereaders basados en e-ink se les está acabando el tiempo. Freescale y Marvell han logrado avances en la rapidez de refresco y la interactividad de una pantalla e-ink, pero son pocos en contraste con lo que ya hay y, sobre todo, con lo que se avecina (3Qi, liquavista, mirasol)
En mi opinión, el meollo del asunto está en la interactividad. Cuando en 2007 enseñaba mi primer ereader, la reacción de muchos compañeros era tocar la pantalla, porque se esperaban una interfaz táctil. El ASUS la tiene, pero en el video se puede comprobar un elemento común a todos los ereader basados en e-ink: su lentísima interactividad. A la velocidad a la que se puede escribir, a esa letra cada casi dos segundos, lo más probable es que frustre al usuario al hacer impensables la labor de glosa y comentario de distintas obras. Es peor que no tenerlas, porque en ese caso el usuario sabe, o debería saber, a qué atenerse.
Si las nuevas pantallas duales alcanzan calidades comparables en contraste y lectura sin retroiluminación, el futuro de e-ink es muy cuestionable