Hace unos días compré en Kindle The Gun, de C.J.Chivers. Una de mis múltiples pasiones y fuentes de procastinación es la historia cultural de la guerra y sus instrumentos. Desde hace 20 años lo persigo en Internet y en la bibliografía en inglés que consigo (salvo excepciones como Historia de la Guerra de John Keegan, que, por supuesto, está descatalogada. Descatalogado, ese estado completamente absurdo e imposible para los ebooks)
El libro me ha gustado especialmente porque se detiene en los aspectos humanos y sociales de las diferentes etapas del arma automática, desde los inventores, sus cuitas y locuras -impresionante lo extremo y bizarro de la biografía de Hiram Maxim- hasta el impacto cultural de dichas etapas, en los ejércitos primero y finalmente en un mundo inundado de Kalashnikovs. Como en otras ocasiones, son intensos ejercicios de pensamiento: cómo las innovaciones son digeridas (o mal digeridas) por sus receptores, y cómo los dispositivos objetivos se transforman una y otra vez por perjuicios y expectativas. La guerra es una de las reducciones de lo humano y lo cultural más eficaces para pensarnos a nosotros y a nuestras culturas.
Acabé. No suelo leer antes de dormir en inglés, porque digiero poco cuando mi cerebro se acerca al stand-by. Pero ésta ha sido una de las excepciones, debido tanto a la elegante sencillez de la redacción (¡Aprended, postmos y afrancesados!) como al interés de lo que contaba el autor.
Ahora, lo malo
Para empezar, el precio. Como lector, me joroba esto
Apostaría a que es cosa del editor. Amazon no saca beneficio encabronando al cliente con esta diferencia de precio. Y el editor, por su parte, acaba vendiendo menos que con un precio convenientemente rebajado respecto a la tapa dura, señora.
Yo lo compré porque me compensaba los gastos de envío y, sobre todo, porque lo tenía en el momento, en vez de esperar de dos a cinco semanas a que llegara a mi oficina de correos. Con todo, estuve pensándomelo, me dejé tentar por el primer capítulo gratuito y me ayudó a superar el encabronamiento del precio. El pbook en tapa dura no lo habría comprado de todas formas, y casi no compro el ebook.
Como remate, la conversión era una caspa. Casi salida de calibre, oiga. El índice estaba referenciado a página física, y las notas a pie de página y fin de capítulo estaban en un morgotón bastante incómodo.
Como dice el chiste: "la comida era una basura. Menos mal que el camarero era un maleducado".
En conclusión, en próximas compras me fijaré más en la editorial. Y si es Simon & Schuster, me lo pensaré dos veces a menos que afinen con el precio y entreguen un producto más acabado (lo que no puedo saber, claro).
Es una idiotez. No creo ser tan excepcional: una vez que tengo un kindle, muchas obras no las voy a comprar en papel, tanto por inmediatez, como por dejar de petar mi casa de libros, como por la comodidad de llevarlo encima y usar las anotaciones. Poner el ebook más caro que la tapa dura sólo invita a no comprar ni uno ni otro, porque te sientes que te están tomando el pelo.
Espabilen, señores editores. Escarmienten en cabeza ajena. Escuchen con atención lo que se dice en Internet (no lo que dice un sólo bloguero, claro, sino lo que dicen miles y miles de usuarios en foros y otros espacios). No disponen de todo el tiempo del mundo, porque ya saben que los usuarios siguen comprando más y más ereaders y siguen sin catálogo disponible y con precios absurdos en algunos casos.
Si reaccionan ahora, pueden hasta salir ganando y con mucho. Si retrasan demasiado la reacción, los daños van a ser considerables