Con retraso, comento una noticia positiva y hasta esperanzadora: Kindle adopta un sistema parecido al de B&N para el "préstamo" de libros.
Para los que no lo sepáis, este sistema imita artificialmente el préstamo de libros físicos: si tú prestas un pbook, no lo puedes tener. Pues bien, durante dos semanas, si "prestas" un ebook que hayas comprado (esto es, si un amigo tuyo descarga la copia que está asignada a ti), no puedes acceder al libro. Pasadas las dos semanas, se invierten los papeles: tu amigo deja de poder leer el ebook, y tú puedes volver a leerlo como antes.
Una limitación timorata, o destinada a congraciarse con las editoriales, consiste en que el préstamo sólo se puede llevar a cabo una vez con la misma persona, y por narices es de dos semanas. Digo yo que debería ser el usuario quien marcase el plazo del "préstamo", el plazo por el que su amigo lee el libro y él no, y prestarlo las veces que le venga en gana. Menos da una piedra, dirán, pero me parece innecesario. Si se trata de picar para acabar comprándolo, eso ya estaba disponible gracias a la lectura del primer capítulo gratuito. Francamente, no creo que, en muchos casos, disponer de un ebook durante dos semanas te anime a comprarlo pasadas esas dos semanas. Es más, me tiro a la piscina y diría que lo que puede motivar la compra es que el préstamo pueda durar más y el dueño del ebook empiece a dar la brasa con que lo "devuelvas".
Otra decisión innecesaria e inevitable es que la editorial decide si el libro es "prestable". Nada que decir, los derechos son suyos y Amazon se limita a distribuir, pero un libro "prestable" puede ser una fuente de imagen muy positiva. Quiero decir, dado que no hay que desplazarse a ningún sitio ni esperar para poder adquirir un ebook (en kindle, 2 clics en cualquier parte y menos de 2 minutos), poder echar un vistazo tranquilo y sin presiones al libro puede acabar por decantar la decisión de compra, sobre todo si el precio acompaña. Por ejemplo, si el libro es útil como referencia o, por lo que fuera, queremos acceder a él en un futuro (vamos, que no es una novela de leer una vez y ya está), un buen precio, acompañado de la posibilidad de préstamo, puede animar a la compra no impulsiva sino, digamos, referencial: se valora el título lo suficiente como fuente de información como para incorporarlo a la biblioteca de forma permanente.
Y ahora diréis: un ebook sin DRM te evita todo este follón, porque puedes copiarlo todas las veces que quieras.
Es evidente.
El problema es que se pasa a depender de la buena voluntad. Si en vez del préstamo artificial, el lector puede copiar infinitas veces el ebook y pasarle copias a sus amigos o, peor, colgarlo en una red de pares o de descarga directa, se pasa a depender de la buena voluntad de sucesivos compradores, de decidirse por pagar o no de lo que ya se dispone de todas maneras.
Es un tema tremendamente complejo, para el que no acabo de afinar una solución equilibrada en la que todos ganen de forma neta. Los esquemas DRM actuales encadenan al lector al proveedor y a la caducidad del dispositivo. La ausencia de DRM deja en el aire la posibilidad de obtener rendimiento económico a un esfuerzo de años.
Quizás, quizás, un DRM emitido por una institución independiente y pública, que otorgara idénticos derechos a los que se tienen con un pbook pero que ofreciera mínimas garantías a autor y editor sería una solución. No soy optimista, el cerrilismo de unos y otros no invita a pensar en una solución como la que propuse hace año y medio.
Ya veremos donde acaba todo esto
Cada día me doy unas vueltas por la blogosfera tecnológica y comento lo que me llama la atención con los colegas. Aquí pretendo hacer otro tanto. Algunos de los temas reincidentes serán Tablet PC y e-ink, y ya de antemano espero que los espíritus sensibles no se lleven las manos a la cabeza si con peor o mejor fortuna explico de forma llana algunos de los temas que trate, porque lo que pretendo es que esto no lo lean sólo los frikis, geeks y demás gentuza como yo.
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A ver: establecer una analogía real con el p-book, es decir, permitir un préstamo indefinido, sería reconocer (porque sería cuantificable) que las (pretendidas) pérdidas objetivas por el intercambio de material protegido no son tales. ¿Quién querría exponerse de ese modo?
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