Llevo algunos años preocupado por el Peak Oil. En 2004-2006 estuve realmente preocupado, para después arrinconarlo de forma curiosa entre mis prioridades. no tanto porque "no llegaba", cuanto porque mi forma de vida, nuestra forma de vida, se iba a ver afectada tanto que no era capaz de dar los pasos adecuados para prepararme.
Pues bien, han pasado unos años, y es bien posible que estemos ya en la meseta en la que culmina el peak oil, el momento en el que no es posible aumentar el ritmo de extracción y la antesala de la disminución suave pero constante (o eso prefiero pensar) de la oferta de petróleo mundial.
Si creéis que suave también se aplica a la magnitud del problema, pensáoslo dos veces. O mejor, dedicad un tiempo a leer sobre el tema. A mí me ha devuelto (a mi pesar) a la perspectiva del peak oil la lectura del blog de Antonio Turiel y los documentos que está preparando el Observatorio del Oil Crash y algunos encuentros al respecto.
Si me preguntáis qué se puede hacer, no tengo ni idea. Lo único, como comenta el propio Turiel, dar a conocer una realidad ninguneada por medios y por políticos, y que ya tenemos encima.
O en mi caso, sacar la antropología a pasear y poner en relación el peak oil y el status social.
En los próximos días vuelvo a la temática habitual de tinta-e.