domingo, marzo 13, 2011

¿Tableto o portátil para currar en cafeterías?

Mientras esperamos el advenimiento de los señores tablet - mientras esperamos un producto que nos permita hacer algo realmente nuevo - a veces le doy vueltas al partido profesional que le podría sacar a un tableto. Hace unas semanas ya comenté los límites actuales de los tabletos, tanto por culpa de sus sistemas operativos (salvo si fuera Windows o un Linux completo, claro), sus navegadores y el software de productividad, como por culpa del formato físico, principalmente la ausencia de teclado. Hasta que veamos en acción las nuevas ofertas (HP con sus cojones, el oximorónico Playbook de RIM, los tablet Windows reloaded), no podemos saber si estas carencias se han solucionado y hasta qué punto. Eso sí, quiero pensar que Microsoft puede acabar cayendo en la cuenta de que ellos inventaron este segmento y que pueden acabar siendo esenciales para la oferta de tablet PC a precios más razonables y con una interfaz actualizada que no se olvide del lápiz. En cualquier caso, me reservo a microsoft para otro post.

Volvamos a lo presente: iPad, tablet con android 2.2 o inferiores (samsung galaxy tab, Archos, clónicos chinos, etc.), tablet con android 3.0 honeycomb. Pese a que sus posibilidades productivas son inferiores a las de un netbook, llevo un tiempo pensando en una posibilidad diferente: presentaciones. No soy el primero en pensarlo, claro, pero creo que los tabletos tienen algo literalmente nuevo que ofrecer, y no sólo novedades en cómo hacer: pasarle al cliente o al socio el dispositivo con la presentación, y que sea él quien la haga avanzar al tacto. En abstracto, me parecía una idea positiva - una forma sutil de acercar tus ideas y propuestas a tu cliente o socio.

Hace un par de días me reuní con Rafael Ibáñez, el creador de Libertexto. No es exactamente el caso que estoy comentando, porque no es mi cliente. Pero vaya, compartimos un fortísimo interés por el libro y la lectura electrónicos y su aplicación en entornos educativos. Durante la comida, le dábamos vueltas a diversas ideas entre pedazo y pedazo de sashimi u otros ricos bocaditos japoneses que siempre me hacen preguntarme cómo demonios llegan a estar gordos los luchadores de sumo. El caso es que, sin que lo pudiéramos ver al principio, íbamos acumulando cierta frustración al tratar diversos temas muy prácticos... de palabra, en una charla en la comida primero y en el café después.

Como quiera que brego con la frustración de forma sólo marginalmente más eficaz que mis hijos, había que dar un giro de timón al asunto. Dicho y hecho, saqué el portátil, lo planté encima de la mesa del café y abrimos una sesión con mind42. Todas las ideas con las que habíamos jugado empezaron a encontrar un sitio en el esquema radial, con lo que cambiamos frustración por satisfacción: no sólo no dependíamos más de nuestra memoria a corto plazo sino que, al materializar las ideas en la pantalla, cobraban cierta carta de naturaleza inasequible al pur parlé.

No puedo demostrar lo contrario, dado que el único tableto que tengo ahora mismo es un apad bastante infame que compré en dealextreme por 60 euros hace unos meses. En abstracto, diría que un tablet no nos habría permitido trabajar de esa manera, improvisar una organización de ideas frente a frente con el portátil y un teclado físico. Por supuesto, si pensáis lo contrario, os invito a que lo expongáis en los comentarios.

Esto no invalida mi idea de "pasar la presentación con el tablet". Para empezar, todos los datos importantes de las misiones en Star Wars se pasan con datapads. Sin embargo, creo que es una ilustración más de la diferencia de paradigma entre los portátiles o PC tradicionales y los tabletos: los primeros te ofrecen una opción equilibrada entre hacer y consumir, entre participar y leer; los tabletos, por su parte, incentivan el consumo de contenidos. El salto que dimos Rafa y yo a la improvisación activa, a generar, habría sido frenado en un tablet (o eso creo).

Llevo años haciendo presentaciones con proyector o sin él, con powerpoint, beamer o con cualquier solución de mindmapping. Estos medios "tradicionales" sitúan al que recibe la presentación como espectador, y posiblemente tablet en mano, la presentación sería tecnológicamente más cercana. Y digo tecnológicamente, porque el medio es un complemento, y secundario por añadidura, a las habilidades de comunicación del presentador.

Sea como fuere, la duda que no me corroe es: la ventaja de cercanía de una presentación entregada con un tablet, ¿compensa la pérdida de flexibilidad a la hora de improvisar y construir?
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