Hace unos días se supo que Google va a sacar en las ¿próximas semanas? App inventor, que dejando fanfarrias aparte es una herramienta CASE que se supone va a estar orientada al uso por parte de los que no son desarrolladores. No me he referido a los que no somos desarrolladores porque, aunque más que desarrollar lo que hago es el equivalente en scripting al bukkake, tiro mis líneas para solucionar mis problemas.
No habría hablado de App Inventor si no fuera por lo que creo ver detrás del invento y, en general, de los desarrollos en SSOO móviles. Quiero partir de la base de que, si bien los SSOO móviles son "la próxima frontera" donde va a tener lugar buena parte de la innovación (posiblemente sobre todo con la realidad aumentada), es muy importante no caer en las modas absurdas, en restar en vez de sumar. Que un SSOO sea maduro, que la fórmula sea familiar, no le quita un ápice de mérito... sobre todo si, además, son los accesos a Internet más baratos y versátiles que existen, porque Internet está hecha para los PC. Cuando veamos el precio de un netbook o un tablet, pensemos en que, p.e., será un 20-35% más caro en Sudamérica, donde muchas veces los sueldos serán 2,3,4... 8 veces inferiores a los nuestros. Mis sobrinos en Minas Gerais, p.e., si se compran un netbook se funden la mitad de su sueldo, con lo que es fácil hacerse una idea de lo que una inversión en tecnología significa para ellos.
Pero bueno, a lo que voy: paradigmas de SS.OO. Si lo preferís, lo que sus creadores piensan de sus usuarios, o lo que los usuarios buscan y aceptan. Lo que me ha llamado la atención de App Inventor es su potencial (veremos si su realidad) de convertir a una parte de los usuarios de Android en sujetos plenamente activos, empoderados para adaptar sus terminales a nuevas posibilidades. Tomad nota: sus terminales, que su dinerito les han costado tanto si han apoquinado por las buenas como si lo han pagado con fidelidad a las operadoras.
Me parece una idea extremadamente poderosa. En el opuesto exacto de la tendencia más poderosa actual, la de simplificar los dispositivos más de lo necesario y sacrificar el control y las posibilidades de uso. En ese otro extremo opuesto estaría lo que se ha convertido el iPhone OS. Si cumples los acuerdos de uso, con un iPhone o un iPad sólo puedes ejecutar las aplicaciones que te dejan ejecutar, dado que la única fuente de aplicaciones es la AppStore. Para más inri, hay que pagar 100$ para una cuenta que te permita subir tus desarrollos al AppStore. De ese extremo no estoy del todo seguro, así que agradeceré correcciones si se presta a ello.
Como os vengo diciendo, mi proyecto principal de este año se centra en empoderar colectivos por medio de software social. La principal barrera, claro está, es creer que no se puede. Pero si no existe esta barrera, el límite es lo que te permiten hacer con el dispositivo. Ese "poder hacer" era un sinsentido hasta hace poco: el cacharro es mío, y si sé cómo hacerlo puedo hacer lo que me pete con él.
Los que no uséis un terminal Android podríais pensar que es algo parecido, puesto que también tiene un market de aplicaciones (puñeteras modas, por cierto, porque no son más que repositorios de "toda la vida"). Sin embargo, Android te da la opción de instalar aplicaciones fuera del Market. Ellos garantizan el market, y te avisan de que no controlan lo que esté fuera, pero no te niegan la opción.
Hace años, cualquier otra cosa me habría parecido ridícula. Hoy la realidad es la que es, pero me sigue pareciendo inaceptable no hacer lo que me pete con mi dispositivo. Esa pobre excusa de "lo mejor para los usuarios es facilitarles las cosas al máximo" - sin darles la opción de decidir en ningún momento - ya ha sido empleada por tiranos de todo pelaje e hijos de distintas putas en la historia: ese teórico beneficio para el pueblo pero sin el pueblo, ha sido una excusa para hacer en realidad lo contrario, para explotar y abusar de la ciudadanía.
Claro que Android no es la única opción. Como sabéis algunos, he sido tres años un feliz usuario de Maemo, antes de que el tsunami tablet diera la vuelta al primer mundo. En su momento eran unas máquinas geniales (pantallas de 4.5" de 840x480, hablamos de 2005), pero lo que las hacía únicas era la comunidad que había detrás. Una comunidad que vibró durante tres años, portando a toda velocidad una parte importante del repositorio debian a esas maquinitas, transportando sobre todo el modelo de ayuda mutua de las comunidades de software libre y convirtiendo un dudoso experimento de nokia en algo que superó todas sus expectativas. Luego llegó nokia, rompió por completo la compatibilidad hacia atrás pasando de GTK a QT y la comunidad se deshizo amargamente.
En cualquier caso, Maemo era el modelo definitivo de empoderamiento en el espacio móvil. Las maquinitas no sólo eran tuyas físicamente, sino que eran nuestras en su concepción, en su uso, en lo que aprendíamos unos de otros (de mi se aprendía poco o nada, yo aprendí un cojón).
Nadie sabe qué va a pasar con Meego, el sucesor de Maemo para el que han aunado fuerzas Intel y Nokia. Parece que quiere resucitar el espíritu de comunidad de Maemo y ha dado buenos pasos en ese sentido, pero han perdido mucho tiempo y recuperar la confianza no va a ser sencillo. Tienen a su favor un modelo más libre que Android y una mayor proyección desde el principio (de netbooks a móviles pasando por tablets), porque Google se sigue disparando en el pie de Android impidiendo que las tabletas accedan a su market y no facilitando que llegue Android a los smartbooks, no sea que haga la competencia al inédito Chrome OS.
En cualquier caso, lo que realmente importa de las máquinas son sus usuarios, las personas que los compran y/o los usan, y lo que hacen con ellas. En un infrecuente momento optimista de mi vida, tengo una gran claridad acerca de lo que las máquinas bajo el control técnico y cognitivo de las personas pueden aportar a sus vidas y al desarrollo de sus colectivos. Cualquier máquina conectada a Internet es neutra, pero tiene un inmenso potencial de crecimiento personal y grupal. Y tengo claro que ese potencial no puede ser efecto sin uso en libertad.
En resumen, es mucho más que brands o pijerías diversas: el problema de los SSOO móviles es un problema ciudadano, y de primer orden.