jueves, julio 15, 2010

Buen artículo sobre expectativas públicas acerca de los ebooks

Leo en teleread un interesante post: La industria editorial debería aprender de los errores de la industria musical. Vale, no es lo que se dice una rabiosa novedad, pero me ha gustado mucho su forma de exponerlo.

Lo que viene a decir es que el principal error de la industria musical fue la avaricia y el desajuste respecto a las expectativas de los usuarios. Avaricia, porque subieron (¿lo recordáis, carrozas?) el precio del CD respecto a lo que costaba un vinilo, siendo muy inferiores los costes de fabricación y con el agravante de cobrar dos o más veces por lo mismo. Desajuste, porque después de la mesmerización inicial, la ciudadanía se dio cuenta de que lo que estaban comprando debería ser más barato.

El autor afirma, creo que con razón, que el desajuste de las expectativas ciudadanas favoreció la extensión del intercambio por redes de pares de archivos musicales. No digo que no se hubiera producido de todas formas, pero sí que un modelo menos cortoplacista y avaricioso habría favorecido menos la extensión. Al contrario, los precios baratos habrían impulsado la compra compulsiva y el quitarse de problemas o dificultades a la hora de acceder a la música deseada.

Pues bien, las editoriales se encuentran donde estaban las discográficas cuando empezaron las redes de pares. No digo que en este caso pequen de avaricia (quien quiera cobrar más por un ebook de lo que cuesta el pbook no es avaricioso, es imbécil), pero sí que no están atendiendo en absoluto a las expectativas de los ciudadanos. El problema en este sentido es único al mundo editorial: para las editoriales más importantes, su cliente no es el lector sino las grandes cadenas libreras.

Este problema afecta decisivamente al ebook, porque evidentemente el ebook ES una amenaza para la gran superficie, sobre todo cuando la gran superficie no se adapta a lo inevitable sino que lucha contra él a corto plazo y con medios torticeros. Adivinad a quién me refiero, es una empresa nacional con un logo verde y negro y de la que jamás se publican noticias negativas :D :D :D.

El problema, como venimos diciendo algunos, es que el ebook no es una amenaza para autores y editores, sino su última gran oportunidad. La amenaza es el resto de los contenidos de ocio, sobre todo en lo que se refiere a las nuevas generaciones, a las que cada vez les cuesta más leer. Es más, me atrevería a señalar que los nativos digitales, con su experiencia hiperfragmentada de lectura en la Web, tienen un severo hándicap a la hora de mantener la atención en un libro.

En cualquier caso, en cuanto un ciudadano conoce lo que es un ebook y cómo se produce y distribuye, genera una expectativa inevitable: "debería ser mucho más barato que el libro de papel". No hay que ser ningún genio para pensar que, si reduces costes de un producto, debería ser más barato. Y, para más inri, tiene todos los precedentes del abaratamiento de la tecnología personal. De hecho, el autor no dice lo mismo que yo, dice que producir un pbook no es mucho más caro que producir un ebook, pero pese a todo
The fact that it doesn’t cost much less to produce an ebook than a print book doesn’t really matter; what matters is that the book-buying public doesn’t believe it. And if readers feel that they’re being ripped off, then that same sense of resentment and entitlement that fuelled the growth of piracy in the music industry will have the same effect on publishing.
Lo que importa realmente es la percepción del público. Y aquí coincidimos: si el público entiende el precio como innecesariamente caro, va a reaccionar, y tiene los inextinguibles P2P para hacerlo. Dado que bajar el precio le parece poco viable (ejem, ejem) al autor, propone medidas paliativas. Principalmente, implementar un mecanismo de préstamo y proteger al ebook de la obsolescencia tecnológica. Lo cual puede estar bien, pero hay ejemplos en la industria musical que muestran que, oiga, bajar el precio es posible: itunes y spotify.

Lo de que no se puede bajar el precio es una mentalidad cortoplacista rayana en suicida: si no tienes costes de reproducción, si no tienes límites al número de ejemplares que puedes vender, si no tienes costes de stockage y los costes de distribución son completamente despreciables, puedes permitirte bajadas de precios significativas y ganar más.

Pero claro, mientras se mantenga el error catastrófico acerca de quién es el cliente de la editorial y, sobre todo, de quién y qué depende el futuro del libro (del número de ciudadanos que lean), mientras el ebook sea la amenaza que hay que controlar retrasando su distribución y eliminando su atractivo con precios impropios, se avanzará en la repetición del error de las discográficas.

Como hemos vivido, hay modelos viables de negocio musical post-p2p: iTunes, Spotify y variaciones entre esos dos modelos. Seguro que acaba saliendo un "círculo de lectores del siglo XXI" y otros modelos que se adapten a las nuevas circunstancias. Pero va a haber muchos que se van a quedar en el camino (incluyendo algún gigante aparentemente intocable) y me da miedo que se acabe empobreciendo el panorama editorial de manera decisiva. Podríais decir "¿Y qué? Lo que importa es el autor", para lo que tendría dos contestaciones:

1) el editor tiene un papel de importante a decisivo a la hora de conformar muchas obras de ficción y no ficción. Los autores vivimos en nuestro mundo, y viene de bien a muy bien una mirada externa y bien entrenada. No sólo por las tareas de corrección y copy, sino por la visión desapasionada que transforme la obra en algo más apetecible para el público.

2) si se empobrece el panorama editorial, al autor le quedarán menos opciones a la hora de poner en circulación su obra con la esperanza de ganar para tabaco. Menos opciones significaría que los supervivientes tendrían mucho más control a la hora de la toma de decisiones, y creo que eso no es bueno.
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