- Mientras Amazon no haga públicas las ventas de Kindle, toda cifra de ventas es altamente especulativa. La sorpresa puede venir en muchos sentidos, y no me extrañaría que se hubieran quedado cortos en el estudio. Pero da igual, porque
- Kindle es un ecosistema. Las cifras tienen un doble error, porque no incluyen los dispositivos en los que Kindle esta presente y se usa, desde smartphones hasta tabletos. Esas cifras, de nuevo, sólo las conoce Amazon.
Entiendo que la precisión que acabo de hacer es fundamental, porque es bastante probable que la dominación actual del mercado de ebooks por parte de Amazon sea superior al 50%, y quién sabe si llega a esa bonita cifra del 66%.
En cualquier caso, conviene centrarse en los ereaders. El objetivo primario para las editoriales deberíamos ser los lectores muy habituales. Si para el lector ocasional un tableto es una solución perfectamente válida, para el lector diario con dedicación no dan la talla a estas alturas encuentro innecesario discutir la diferencia entre una pantalla de tinta electrónica o comparable y una pantalla convencional respecto al cansancio visual producto de la lectura prolongada. Pues bien, en este caso lo que tenemos que comparar no es tanto la cifra del estudio sino el método de adquisición de libros: si como cualquier otra plataforma tenemos que pasar por el PC y una serie de etapas para autenticar nuestro ebook en epub protegido por adobe digital editions, en kindle es un par de clics tanto desde el aparato como desde cualquier navegador. Terminada esta compra con su método transparente, podremos leer el ebook comprado en hasta 5 dispositivos, o prestarlo por quince días.
Por más que el Sony reader sea tecnológicamente comparable como aparato en sí (misma pantalla, algunos pluses y algunos minus), se necesitará de un proceso mucho más largo y engorroso para adquirir un ebook, no se podrá leer el ebook adquirido en hasta cinco dispositivos y no se podrá prestar a nadie.
Por lo tanto, ya no es sólo que, como dicen en el estudio, el Kindle ha vendido tanto como sus siguientes tres rivales. A día de hoy, la experiencia de usuario es difícil de comparar, y no es sencillo que la cosa cambie debido a que la protección DRM es externa al aparato y se necesita de un PC (corregidme si me equivoco). En estas condiciones, y sabiendo de las recientes dificultades que está experimentando Google Books, resulta difícilmente discutible que las editoriales españolas deberían trabajar con Amazon. Algún día me gustaría entender el papel que tiene Libranda en un acuerdo entre Amazon y cada editorial, pero ése es otro cantar.
No en exclusiva, claro, porque aquello tan sentido de "¡Vivan las caenas!" lo gritaban los insensatos seguidores de Fernando VII. Pero no estar en Amazon es un error de claro carácter acumulativo. Sobre todo, para las editoriales pequeñas y medianas, a cuyas tiradas no va a estorbar la venta de ebooks dado que no pueden aspirar a una fórmula de best-seller de forma realista.
Y ya que estamos, lo mismo sería una buena idea que estas editoriales se repensasen el modelo de agencia. Si en vez de precio único Amazon u otro distribuidor electrónico en el futuro puede jugar con los precios bajo la condición protegida por contrato de maximizar los márgenes de venta, lo mismo se llegaban a sorprender en más de una ocasión al comprobar cómo una bajada en el precio de la versión ebook aumentaba las ventas y beneficios tanto de la versión ebook como de la versión papel (por el incremento de visibilidad del título, especialmente en Internet).
Y finalmente... ¿A qué esperan para sacar al mercado sus colecciones descatalogadas? Esto ayudaría a generar ingresos que facilitaran el tránsito a un mercado mixto digital-papel. En cualquier caso, conforme bajan los precios de los ereaders (el kindle no ha llegado a su cifra más baja, seguro, y los demás le seguirán en dicha evolución), el público adquiere más y más ereaders... y dispone de un catálogo de ebooks que comprar dolorosamente reducido y caro. Adivinad las consecuencias de enrocarse en esta situación.