martes, abril 12, 2011

El dilema de la tapa dura y el ereader

Leo en telereader un post muy interesante: la gente usa el sistema de votaciones para protestar por los precios de los ebooks. Parten de otro post igualmente interesante en cnet.

Como sabéis, es muy habitual que las tiendas de Internet permitan a los usuarios votar (marcando de una a cinco estrellas) lo que les ha parecido su compra. Sinceramente, no entiendo cómo dealextreme permite algo así, pero por otra parte es parte del sistema de feedback y recomendaciones que han hecho de Amazon lo que es.

Pues bien, crece el cabreo fuera de nuestras fronteras cuando el futuro lector de un libro de éxito se encuentra con que la edición electrónica sale al mercado más cara que la de tapa dura. Desde su punto de vista, es un insulto: ¿Cómo puede tener que pagar más por un archivo que por lo que se supone que es de calidad y, por lo tanto, ha costado más dinero fabricar? Dejemos a un lado que la diferencia de coste entre la tapa dura y la edición de bolsillo es menor comparada con otras partidas del coste total del libro. Lo que importa es que el comprador de tapa dura actúa llevado por un conjunto reducido de motivos: 1) porque la tapa dura es la primera edición que sale, y quiere tener el libro cuanto antes, ASAP! 2) porque la edición en tapa dura es más cuidada y compras lo que vale. 3) porque, en algunos casos puntuales, la edición en tapa dura es la única que sale. Dado que la diferencia de costes entre la tapa dura y la edición de bolsillo no es dramática, la tapa dura es una fuente de ingresos muy golosa para la editorial que publica un título con éxito probable: los lectores se van a lanzar a comprarla en cuanto salga, a menos que sean capaces de esperar de 9 meses a un año a la edición de bolsillo.

Este sistema les funcionaba muy bien a las editoriales hasta que el desestabilizador ebook apareció en escena. O, mejor dicho, cuando los usuarios de ereaders alcanzamos una masa crítica y demandamos la posibilidad de adquirir los títulos que nos interesan en versión electrónica. Hay que responder a esa demanda, tanto porque existe y produce ingresos como porque, si no se hace, una parte de los dueños de ereaders acabarán encontrando otras fuentes de ebooks. No olvidemos que el usuario de ereader ha comprado su dispositivo para leer, y probablemente para leer mucho.

La pregunta clave en este punto es cúando espera el usuario de ereader que aparezca la versión ebook del título que desea adquirir. Dicho de otra manera: ¿Será capaz de esperar a que aparezca una edición digital barata, como tendría que esperar a la edición de bolsillo?

Yo diría que no. Al menos una parte de los usuarios de ereaders no van a comprar un título en papel si lo pueden comprar en versión digital, tanto porque lo hacen en el momento, un par de clics mediante, como porque el ereader ya asentado hace valer sus ventajas: el libro deja de ocupar lugar y lo llevas siempre encima. No es fácil que el usuario de ereader acepte que el ebook tarde en salir más que la tapa dura: después de todo, es un archivo que se tarda segundos en descargar. Me parece difícil negar que el ebook está asociados a valores de inmediatez, con los que van a a casar con dificultad los retrasos.

Además, si la salida de la edición digital de un título se retrasa, en cierta medida se incentiva la copia no autorizada: hay ejemplos anteriores al boom de los ereaders de éxitos editoriales que estaban en las redes de pares a las pocas horas de la salida de un libro al mercado.

La opción más lógica, por lo tanto, es que la edición digital acompañe en su salida a la tapa dura. El problema reside ahora en que el parque de ereaders ha alcanzado el tamaño suficiente como para que el editor tema, no sin razón, que las ventas en edición digital amenacen a las jugosas ventas de tapa dura. Probablemente muchos editores todavía no se hagan a la idea de que la tendencia imparable es a que muchos dueños de ereader no quieran comprar una edición que no sea digital, por las distintas dimensiones de la comodidad que acabo de mencionar. El caso es que el editor, en bastantes casos, va a querer defender sus ventas, y la manera que muchos han encontrado ha sido la de poner inicialmente el precio de un título ebook por encima del precio de la tapa dura.

Hasta aquí, todo es coherente. Lo malo es que si saltamos al campo del lector, también es coherente que se cabree. Ese cabreo, en España, es muy posible que se traduzca en incremento de la copia no autorizada ("yo quiero comprar ebooks, pero no que me tomen el pelo"), y es posible que se reproduzca una práctica que se da cada vez más, como hemos visto en los posts que cito arriba: votar con una de cinco estrellas (el peor voto) y en la sección de comentarios quejarse de que el precio de la tapa dura sea inferior al del ebook.

Es también muy probable que el usuario de ereader consulte opiniones antes de adquirir algunos títulos. Si la "nota media" de un título de éxito es muy baja, seguro que le llamará la atención. Si se encuentra con un chorro de comentarios echando pestes sobre el precio, es posible que influya en su decisión de compra; decisión que, no olvidemos, es ingreso para el editor (probablemente con mejores márgenes que la tapa dura, que ya es decir)

Conclusión: creo que el caso del voto de una estrella es una de las mejores ilustraciones del choque de paradigmas y la dificultad de adaptación del sector editorial a la realidad del ebook. Y ojo, no tengo solución que ofrecer - el modelo de ciclo de venta tapa dura / bolsillo funcionaba hasta ahora, y en ese modelo el ebook no encaja ni a la de tres. La única objeción que puedo levantar es que es un modelo más minoritario de lo que parece, porque la masa de los nuevos títulos que salen cada año al mercado está conformada por tiradas muy limitadas y sin esperanza de reedición.


paro ya con las negritas, que me canso.

Para las tiradas cortas, el ebook no es amenaza sino oportunidad. Los lectores de papel seguirán comprando (o no) el título, que se agotará en un tiempo o se zampará el editor. Pero los usuarios de ereaders podrán comprar indefinidamente la edición digital, sin más temor a que se agote la edición que el que podrían tener a que el cielo se les cayera en la cabeza.

En otras palabras, la amenaza de la estrella única para el libro de papel afecta únicamente a los best-sellers.
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