- Era la primera vez que me embarcaba en algo así. Sin experiencia previa, me tiré 7 añitos del señor para hacerla a trancas, barrancas, pasitos p'alante y pasitos p'atrás (incluyendo una desafortunadísima incursión en el campo de la teoría de sistemas complejos, tan bonita como poco integrable en una investigación basada en trabajo de campo).
- Aunque parezca mentira, las 3 personas que se la han leido de cabo a rabo y yo sabemos que la estructura de mi ladrillo es mucho más lineal de lo que parece. Si le quitas el impuesto académico, a.k.a. la cita profusa (y eso que me cuidé de abusar de la cita, como lleva siendo la norma de 20 años a esta parte, y la bibliografía sólo tenía 10 páginas) y las tonteridas personales que se sueltan al principio de una tesis antropológica, quedan dos grandes bloques que se apoyan entre sí en cierta manera, dos investigaciones casi independientes para cubrir la realidad cultural contemporánea de la muerte y una prueba diacrónica de la evolución de la cultura funeraria urbana. Precisamente como el tema es tan monstruosamente amplio y me enfrentaba con el texto a puro huevo, creció hasta el arma ofensiva en la que se acabó convirtiendo. El esquema inicial creció sin parar, adaptándose a lo que iba encontrándome en el campo (cementerios, tanatorios, casas particulares... Internet; hay que decir, por cierto, que hubo quien me cuestionó en 2004 si era lícito hacer etnografía en Internet. Como soy buena persona, no mencionaré quien fue) y a las chispas que acababan saltando a base de enfrentarme a los datos.
- Plazos ajustados
- Un tema casi tan tremendamente fértil como la muerte: la dimensión social y cultural de la brecha digital y un método de empoderamiento digital derivado del análisis de las dos anteriores.
- La imperiosa necesidad de que el lector no sólo no muera en el intento de leer el libro, sino de que le motive leerlo, que se pique, que se ría en ocasiones y que, sobre todo, le saque utilidad. Una tesis, o una monografía, se escriben para nanopúblicos de docenas de compañeros de disciplina. Mi libro actual tiene vocación divulgativa que me esfuerzo en mantener.
En mi trabajo anterior, empleaba MindManager. Ahora, sin embargo, me he pasado a Xmind, que no sólo es software libre sino que, además, permite concentrarte en un área del mapa de una forma extremadamente cómoda. Otra alternativa muy funcional es freemind, libre como su propio nombre indica.
Hoy en día, un software de mindmapping me resulta indispensable para diseñar proyectos, para gestionar su progreso y para generar el informe final. No sólo por organizar ideas, sino también por marcar con iconos o etiquetas de progreso, deadlines, comentarios, etc. Mis mapas son mis proyectos, crecen con ellos y se cristalizan en su forma definitiva cuando el proyecto acaba. Alguna vez tengo que animar el desarrollo de un proyecto para ilustrar su evolución.
Este libro lo estamos escribiendo dos autores, con los condicionantes mencionados líneas arriba. No es la típica colección de artículos disfrazada de libro colectivo, sino un texto unificado con un propósito principal. Para poder coordinarnos, no podíamos trabajar con un mindmap en local, sino que necesitábamos una herramienta para colaborar en tiempo real. El mapa que véis, de hecho, se extiende 3 niveles más hacia abajo, con todas las citas y anotaciones.
El servicio que estamos empleando es mind42.Es gratuito, aunque eso no es vital para nosotros. Lo escogimos por su sencillez y rapidez de manejo. Gracias a él, el mapa ha ido creciendo con las aportaciones de los dos, aunque hay que decir que es obligatorio mantener cierta disciplina: las ramas se pueden mover con tanta facilidad, que para no volver locos a quienes lo están utilizando es muy conveniente dejar una nota en la posición original de la rama, indicando a dónde la hemos cambiado y por qué. En nuestro caso los cambios eran menores, porque había mucho trabajo detrás. Pero precisamente porque había mucho trabajo detrás, el mapa estaba bastante en la cabeza y era fácil volverse loco si lo que buscabas en un momento dado no estaba donde se suponía.
Hay otras alternativas que permiten generar diagramas irradiantes de forma colaborativa y en tiempo real. Una muy buena es mindomo, que incorpora también cliente local (basado en flex) y con un precio contenido en la version premium (tiene versión gratix). Otra es mindmeister, similar y algo más cara.
En la próxima entrega os comentaré dónde estamos escribiendo. Mientras, os dejo con una iniciativa que he descubierto mientras me documentaba y que me ha encantado: debategraph, un wikimapa para debates sobre políticas públicas. Muy recomendable, a mí me está esperando a que acabe el libro.
Interesante lo de los mapas mentales; aunque yo casi nunca los uso para trabajar aunque puede que les de una oportunidad en el próximo proyecto. Pero sobre todo muy interesante lo de debategraph, no lo conocía y parece que merece una revisión en profundidad. Muchas gracias por la referencia.
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