Daniel es mi hijo. Estamos teoricamente de 38 semanas. Aunque no suelo hablar de mi vida privada en este blog, la ocasión lo merece.
Daniel va a hacer compañía a Aurora, mi nena mayor. Aurora ha ido haciendo cameos en este blog en los dos últimos años, como podéis ver aquí, aquí, aquí,... vaya, me acabo de dar cuenta de que Aurora lleva tiempo sin aparecer por aquí. Habrá que remediarlo.
Espero presentaros a Daniel lo antes posible. Puede que sea hoy, mañana, pasado... el tocólogo nos ha dicho que va a ser que no llegamos al 5 de julio, probablemente ni siquiera al lunes que viene. Por mi parte, estoy menos histérico que la vez anterior, aunque aquel 20 de junio de 2005 fui un hombrecito y conseguí no desmayarme. A ver qué tal se me da esta vez
Y por conectar con la temática de tinta-e. ¿Os dáis cuenta del mundo al que están llegando los niños del siglo XXI? De un tiempo a esta parte me he ido convenciendo de que la distancia cultural y experiencial entre mis hijos y yo es mucho más pronunciada de la que había entre mis padres y yo - que, a su vez, era mucho más elevada que la que había entre mis abuelos y ellos. Pensadlo: vienen a un mundo donde un ordenador personal no tiene sentido sin internet, donde, además, puedes acceder prácticamente en cualquier lado y a cualquier hora no sólo con tu PC, sino con tu teléfono móvil y, pronto, con tu MID, UMPC o lo que sea. Donde puedes hablar con tus amigos a miles de kilómetros gratis durante horas. Donde conoces gentes a las que muchas veces nunca verás la cara, donde construyes comunidades sin espacios...
Hecha esa reflexión de andar por casa, a lo importante:
Daniel, te estamos esperando. Te voy a abrazar en muy pocas horas.
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