
No es algo terrible. Puedo vivir con ello.
Me parece claro que tampoco es web 2.0.
Si seguimos la dicotomía inicial de O'Reilly (¿Por qué se desprecia tanto el anchor, con lo cómodo que resulta para referenciar un punto específico de un artículo?), podemos hacer una lectura rupestre de la evolución de la publicidad: al usuario no le importa el google adsense, pero le revientan los pop-ups y todo tipo de publicidad intrusiva calcada de los mass media. Ni te cuento lo que ocurre con el spam.
Tanto si web 2.0 llega a algo, como si la evolución de Internet pasa por caminos diferentes, parece evidente que el spam tiene los días contados. El Spam es propio de los tiempos pioneros, cuando algún recién llegado podía picar con un email para comprar medicamentos que le alargar an el pene o tratar de recuperar la herencia del presidente de Nigeria. Es sencillamente incompatible con el blogger o, en general, con todos los millones que usamos todo tipo de plataformas colaborativas. Si se me permite la analogía, el spam terminará siendo como un dodo que tuvo una diarrea imposible, y que en vez de ser víctima fue verdugo del e-mail antes de desaparecer.