Esta librería de viejo, sita en la calle del Arenal y tan diminuta como antigua, me ha sugerido muchas cosas. Entre ellas:
- ¿Vivimos en la época dorada de los pequeños negocios del libro? Parece absurdo. Las librerías quedaron cautivas, desarmadas y arruinadas por los cuatro ganadores de los 90. Esta librería de viejo se mantiene porque es tan diminuta que los malos no se fijaron en ella. Pero la historia puede haber dado una nueva y sorprendente vuelta de tuerca. De momento, como llevo haciendo toda mi vida, me compré un libro que me llamó la atención por conocer poco y haber oido algo del autor, un personaje complejo de entre la comunidad de compatriotas nuestros que, por traición de otro compatriota, acabaron en los Campos.
- Avancé un poco más y me detuve ante la tienda de Apple. No pude evitar sacarme una foto
Y aquí queda la cosa. Estos días están siendo frenéticos y no hay tiempo para mucho más. Ya sabéis, "Libertad, libertad, sin ira, libertad". La semana que viene avanzaré con PasaPagina y empezaré a hablaros de la experiencia de usar un HTC Flyer.
JL, ¿Y no te salió un tío con un bate de besibol? Por usar el Androide tan cerca, digo...
ResponderEliminarYo un día metí un linux dentro de las oficinas de microsoft y no pasó nada...
Joer, anda que no he comprao yo libros en esa mini-librería. Hace la tira de años, porque vivo fuera de Madrid desde 1992 aproximadamente. Me alegro de que siga a flote, las librerías de viejo siguen siendo uno de mis peores vicios, cuando me encuentro una delante me pongo casi tan excitado como un director del FMI ante una camarera de hotel.
ResponderEliminarYa tardas con ese sexudo análisis del Flyer (el ansia me domina, sorry).