Como nos comenta José Antonio Millán, en el resumen de la ponencia:
Estoy convencido de que tiene buena parte de razón. De hecho, vengo pensando de un tiempo a esta parte acerca del problema que presenta la lectura de contenidos digitales de cara a la concentración (aquí, final del post y, sobre todo, este post de hace 3 meses donde desarrollo el tema de la estupidez digital (Freire)), y cada vez me convenzo más y más de que es un problema serio al que estamos expuestos todos los usuarios de Internet, y peor si cabe para las generaciones jóvenes, ya educadas y enculturadas en un medio en el que Internet está presente.“La mayor fuerza del papel reside en el hecho de que la mente se asienta en un estado de tranquilidad apaciguada que da lugar a reflexiones más acertadas. Ese estado es mucho más difícil de lograr cuando se lee en formato digital donde la información es infinita y donde existen tantas actividades posibles en cualquier momento. En internet no hay ni principio ni fin.”
Aunque el carácter ilimitado de internet es “maravilloso en muchos sentidos”, su inmensidad es también su “principal defecto”, dijo Powers, quien actualmente está escribiendo un libro sobre la historia y la capacidad de atracción siempre constante del papel.
“Cuando uno lee un artículo en la pantalla, uno es consciente de que existe al mismo tiempo una gran cantidad de información al alcance de un solo click - desde el buzón personal hasta los últimos titulares de último momento, pasando por la cuenta bancaria o los miles de millones de vídeos en You Tube. Así es como, en vez de olvidarse de dichas posibilidades, uno está tratando de mantenerlas a raya en todo momento ante la pantalla.”
El hecho de que el papel se mantenga “desconectado del universo digital” no es un atributo negativo, es el “arma secreta” de los periódicos y merece ser tenida en cuenta, dijo.
Sin embargo, lo que se aplica a una web, a cualquier contenido que empezamos a leer en la WWW, e incluso que leemos en un ordenador con conexión a Internet, no se aplica a un lector de ebooks, aparentemente limitado y en realidad concentrado en la lectura cómoda de textos largos.
En otras palabras, lo que Powers describe no se aplica a los lectores de ebooks. El arma secreta del papel no será tal si los lectores de ebooks adquieren popularidad. Permitirán a sus usuarios concentrarse de igual forma que lo hacen con el papel, combinándolo con las ventajas del texto digital: portabilidad y, en el futuro inmediato, marcación, búsqueda y comentario. Lo mejor de los dos mundos, a menos que alguien me demuestre razonadamente lo contrario.
P.S.: Este post tiene el mérito adicional de haber sido redactado con mi hija a un metro mío interpretando música atonal con una cítara desafinada. El horror... :)