Ayer lunes, Círculo organizó unas jornadas que titularon " Los autores tienen la palabra: preguntas y respuestas en la era digital". Para mí era refrescante, porque no tengo relación intensa con la ficción contemporánea (autores vivos), mi autoría se concentra en monografía etnográfica (mi próximo libro está eso, próximo, y ya os lo contaré), y mi relación con el ebook está centrada en la parte hardware.
Al acabar el acto, algunos de los asistentes comentamos que había sido un acierto que la sesión se hubiera dado sin presencia mediática. Los autores pudieron estar más relajados y exponer sus puntos de vista y posiciones sin el maniqueismo al que tantas veces les abocan los medios por los miedos a lo online. Me encantó, sobre todo, que pudieran permitirse lo que es cada vez un lujo mayor: no criminalizar al lector.
Sí, un lujo. Un lujo, porque desde antes del desembarco de la Armada Amazónica a nuestras costas, los discursos sobre la piratería habían adquirido ya claros tintes goebbelianos desde los medios, repitiendo una y otra vez la misma mentira buscando que se convierta en verdad: el ebook es el fin para el libro, y su usuario un pirata y un ladrón que nos deja sin futuro. Sin esos medios aterrorizados por la amenaza web, se ha orbitado en torno al objeto de pasión común: el libro.
No se enunció, pero estaba ahí: el usuario de ereader, de dispositivo con tinta electrónica, es casi por definición un apasionado de los libros, un yonki de la lectura pausada que encuentra en una pantalla EPD el descanso para su vista y la posibilidad de llevar encima más de lo que puede leer. El usuario joven de ereader, precisamente, es el lector del mañana, el que va a mantener a las editoriales. No el único, pero si uno muy importante.
Por supuesto, no coincidí en una parte no despreciable de lo que dijeron algunos ponentes. Es normal, su posición y la mía son muy diferentes. Ellos viven como amenaza lo que para mí es una de las mayores promesas culturales de todos los tiempos: el ebook, leido en la plataforma que sea, al alcance de cada hombre y mujer vivos. Pero el ambiente era lo suficientemente relajado como para que la discrepancia no cayera en nuestro muy español guerracivilismo. Quizás estoy siendo demasiado optimista al pensar que todos los relacionados con el libro estamos condenados a entendernos, pero el tiempo lo dirá.
Algo sí eché en falta: la mención del ereader como maravillosa revolución para las personas mayores y las personas con discapacidad. Se sigue olvidando una y otra vez que la posibilidad de aumentar el tamaño de letra permite seguir leyendo a lectores muy veteranos pero con pérdidas visuales - yo mismo he perdido en 2 años dioptría y media de presbicia, y hay letras que ya no puedo leer sin sufrir. Y no sólo: para las personas con dificultades motoras de cualquier tipo, un ereader es más ligero y cómodo que la mayoría de los p-books. Mucho más: es más sencillo pasar de página cuando tienes que pulsar un botón que cuando tienes que coger la página de papel con una pinza anatómica que no tienes, o que tienes limitada, y llevar a cabo el amplio y preciso movimiento de pasar la página. Sea como fuere, las personas con discapacidad y las personas mayores necesitan más del ereader y el ebook que nosotros, y conviene recordarlo con frecuencia.
Necesitamos calma y relajación como la que hemos vivido hoy para tratar al libro como se merece.
Cada día me doy unas vueltas por la blogosfera tecnológica y comento lo que me llama la atención con los colegas. Aquí pretendo hacer otro tanto. Algunos de los temas reincidentes serán Tablet PC y e-ink, y ya de antemano espero que los espíritus sensibles no se lleven las manos a la cabeza si con peor o mejor fortuna explico de forma llana algunos de los temas que trate, porque lo que pretendo es que esto no lo lean sólo los frikis, geeks y demás gentuza como yo.
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Totalmente de acuerdo con tus opiniones sobre esto. El mundo editorial español no puede dejar de lado el libro electrónico, por una mera cuestión de supervivencia: si lo hacen, están condenados a desaparecer en menos años de los que podrían pensar.
ResponderEliminarY una pequeña errata: dices que "un ereader es más ligero y cómodo que la mayoría de los ebooks"; supongo que querrás decir "que la mayoría de los libros en papel". Gran verdad, a mí ya se me hace incómodo leer libros en papel cuando estoy tumbado, a poco gruesos que sean. Para esos momentos lo ideal es un lector electrónico, y seguro que las personas con discapacidad lo notarán mejor que nadie.
Un pequeño gazapo en tu envidiable artículo (me hubiera haber estado allí también):
ResponderEliminarY no sólo: para las personas con dificultades motoras de cualquier tipo, un ereader es más ligero y cómodo que la mayoría de los ebooks.
Me imagino que querías decir que los libros, no que los ebooks. ;)
Gracias por la corrección. Entre la falta de sueño y la orgía de pólenes mezclados con los subproductos de la combustión del diésel, no quepo en mí
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