Como indica David L., un buen punto de partida es WYSIWYM. Precisamente, la metáfora de máquina de escribir se denomina WYSIWYG, y la G de Get deriva de que lo que sale en pantalla es lo que saldrá en papel. Por los cojones, vaya, pero así quedó en su momento.
La M es de "mean", Lo Que Ves Es Lo Que Quieres Decir. En un software WYSIWIM, lo que se ve en pantalla no equivale físicamente a lo que saldrá en papel, sino conceptualmente: negritas y cursivas o títulos de sección, por poner los dos ejemplos más comunes. Eso es lo que necesita el software, que le digas qué es negrita y qué título de sección, y él se curra lo demás. El resultado:
1. No se pierde tiempo en maquetar
2. El aspecto es siempre homogéneo, cada recurso siempre aparece igual, y el look final de los documentos es el correcto.
Para eso, LyX es el rey (al ocultar los tags más comunes de LaTeX, pero pudiendo emplear LaTeX cuando te peta), pero realmente valdría cualquier editor de texto markdown con la posibilidad de escribir sin ver los tags. Mira que **negrita** es más cómodo que \textbf{negrita}, pero negrita es aún más cómodo.
Nota: pulsad en las capturas para ampliarlas y leerlas mejor
Markdown, como indicábamos, es hoy en día el formato intermedio más logrado. Con multimarkdown o pandoc puedes convertir a una cantidad de formatos realmente grande y casi no comete errores. Lleva muy poco tiempo limpiarlos, y lo digo por experiencia.
Más allá de ese punto de partida, quedan las demás ayudas. Bajo mi experiencia, el tablón de corcho de Scrivener no aporta realmente. Ojo, lo mismo soy yo. Sin embargo, hay otros dos elementos que sí.
El primero es el outliner. En eso scrivener se sale, siempre que no colabores con alguien. Un outliner es un esquema jerárquico de secciones, y a poco que sea complejo un documento es tremendamente útil para mantener su estructura en tu cabeza en todo momento. De hecho, acaban de implementar una versión mínima en google docs, y es una ayuda.
Sin embargo, un outliner puede ser mucho más. Un outliner de verdad, como el de scrivener o el de lyx, te permite cambiar el orden e importancia de las secciones. Puedes hacer que una sección suba o baje en el esquema, o darle más o menos importancia. Puede pasar de ser padre a hija, o nieta.
Esto podría sonar desordenado, pero es justo lo contrario. Cuando la cabeza está en ebullición, no mantenemos siempre la creación sobre raíles. Un pensamiento nos da varios saltos de rana hasta llegar a un tema diferente, interconectarlos, apuntar ideas sobre el nuevo tema, volver al anterior, etc. Si se puede cambiar el orden y nivel de las secciones, el documento puede crecer orgánicamente. Nos va a resultar MUCHO más sencillo adaptar el documento cuando por fin nos damos cuenta de que cierto número de secciones deberían ser hijas de otra mayor, contarse más tarde, etc.
De hecho, un outliner completo sirve muy bien para desarrollar la escritura con el método snowflake, de las ideas centrales a su desarrollo completo. De alguna manera, siempre he trabajado así en mi tarea de escritura de informes, y no sé trabajar de otra manera. Necesito las ideas alineadas y apuntar mi argumento antes de ponerme a escribir. Y cuando escribes contra reloj, ni te cuento.
En eso scrivener se lleva la palma. El concepto de outliner es tan central para el producto, que me ayudó a valorarlo en LyX.
Otra ventaja decisiva de scrivener es su concepto total de plataforma de escritura. No sólo tienes un scrivener realmente potente, sino que te facilita el espacio para ir colocando toda tu documentación de investigación. Esto no suena tan increíble en un mundo con evernote... hasta que te das cuenta que, con algo como scrivener, no tienes que salir nunca de tu entorno de escritura y sólo tu pereza o tu maldita multitarea impiden que ese día alcances un progreso satisfactorio. Progreso que, además, Scrivener te permite medir poniéndote objetivos de palabras por sección o por día. En España no estamos todavía acostumbrados a medir los documentos por palabras, pero no hay otra forma comparable. Contar páginas es no ya de máquina de escribir, sino de benedictino en la Abadía del Crimen.
Finalmente, una ventaja decisiva de scrivener es que graba constantemente cada cambio que haces en el archivo correspondiente. Unido a Dropbox, es una combinación imbatible para escribir con seguridad
Como límites para scrivener, están:
- Que el formato nativo es RTF, que no es tan convertible como markdown.
- Que la estructura de archivos es absurda: por más que, genialmente, cada sección es un archivo independiente, el programa la jode por completo porque el archivo índice bloquea todos los subdocumentos. Eso no es un problema trabajando a tu rollo, pero sí si tienes que colaborar: al final, el proyecto entero sólo puede tenerlo abierto una persona a la vez. Al menos va a sincronizar rápido, porque sólo tendrá que mover los cambios en cada subdocumento específico y no en un documento único.
- Que no hay Ctrl+z para los cambios en secciones. Estaos muy al loro al cambiar de sitio o nivel una sección, porque lo tendréis que deshacer a mano
Hay soluciones. LyX, p.e., permite trabajar con documento maestro y documentos hijos. Si trabajáis en equipo, podéis mantener un maestro entre todos y centrar el trabajo individual en los hijos. Con ser un poco disciplinados, no hay por qué pisarse.
Sin embargo, LyX es casi perfecto. Casi. La conversión a otros formatos es insuficiente. No tiene el espacio para documentación de investigación de Scrivener, ni sus fabulosas herramientas de medición y objetivos.
En conclusión: hay mucho por mejorar. Hay modelos geniales y poco conocidos, como los de Scrivener y LyX, pero se puede ir más allá. En ese sentido, Manuskript se queda con las mejores ideas de Scrivener, pero simplificando, y su creador está abierto a sugerencias.
Lo que creo que necesitamos es un entorno multiplataforma (Android incluído, y posteriormente la nube de marras), que permita generar documentos fácilmente exportables a lo que necesitamos, que se base en WYSIWIM y outliner completo, que aporte un espacio de investigación y herramientas de medición de longitudes y objetivos. Con algo así, que pudiera ser empleado hasta en un smartphone, el salto sería casi tan potente como el que supuso WYSIWYG (o sea, word).
El principal obstáculo es la inercia. Tengo acumulada la impresión de que la inmensa mayoría de usuarios se conforma con un WYSIWIM. No parece nada sencillo que salgan de sus railes mentales y que exploren siquiera la posibilidad de obtener más y mejores resultados en poco tiempo, porque ya tienen "lo que necesitan". Aunque, para grabar, el icono sea un disquete, y haya una regla donde colocar los tabuladores.
En próxima entrega, hay dos opciones:
- seguir con la parte software si veis que queda algo en el tintero
- empezar con la parte hardware
Espero vuestros comentarios. Como veis, en esta serie de posts quiero poner encima de la mesa algunas de las conclusiones y auto-enseñanzas que he ido acumulando sobre optimización de la escritura, y de la misma forma me gustaría que añadierais en comentarios todo lo que consideréis oportuno.
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