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Ya hemos ido viendo que la pantalla 3Qi funciona bien bajo el sol. Era su banderín de enganche, y con mejor gestión les habría ido de otra manera. Sin embargo, la utilidad del modo reflectivo no acaba ahí.
Cuando la iluminación está al mínimo, no puede competir con un foco de luz medianamente potente. El color se degrada de la misma manera que le ocurre cuando le atiza el sol de manera directa. Si alejamos el foco, ese efecto se va desvaneciendo. Esto nos puede servir de indicador de la cantidad de luz que recibe la pantalla desde fuera comparada con la que emite.
Si trabajamos con luz artificial, la posicionamos en un ángulo que no produzca un reflejo directo del foco (lo que es mucho más sencillo que en pantallas de acabado brillante) y posicionamos la pantalla 3Qi contra un fondo claro, la cantidad de luz de la pantalla será similar, muy levemente superior, a la del fondo. Para tus ojos, lo que significa eso es que el campo visual principal (aquel donde enfocamos) tendrá la misma cantidad de luz que el campo que le rodea.
Y eso es una estupenda receta contra el cansancio visual. No lo digo yo, está más que estudiado. Nos zampamos la diferencia de luminosidad en las pantallas estándar por lo mucho que necesitamos los ordenadores, pero eso no quita para que se pueda corregir.
Se aconseja cuidar la luminosidad del ambiente y acercarla a la de la pantalla en lo posible. Aún armado de fotómetro, no es nada sencillo y va a tender a haber diferencias. Sin embargo, SI bajamos la luminosidad de la pantalla al mínimo y la luminosidad ambiental es adecuada, lograremos el efecto aconsejado.
Soy como el canario de las minas. Me empiezan a fastidiar los ojos mucho más que al común de los mortales. Soy un magnífico indicador con patas y gafas del cansancio visual, dado que soy más consciente de él.
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Por consejo de los de la tienda suiza en la que he comprado la pantalla con su controladora, he desconectado el plug de alimentación. Es el conector blanco con los cables rojos, blancos, negro y azul que véis pegado a la madera, justo abajo a la derecha de la imagen. El otro conjunto de cables que asoma más arriba es el de los datos
Al no dar corriente a la lámpara LED se activa el modo reflectivo. He de decir, sencilla y llanamente, que las fotos no le hacen justicia. En una habitación con luz artificial y no demasiado abundante es perfectamente usable, con lo que asumo que en un ambiente de más luz sería absolutamente perfecto. Bajo luz natural, por ejemplo, sin que te de el sol directo. No por la pantalla, sino por no torrarte en este verano adelantado que tenemos.
Lo más importante es que, mientras haya suficiente luz, la pantalla refleja buena parte de la luz que viene de tu espalda. No toda, tampoco pidamos milagros, pero sí la suficiente como para que podamos trabajar con la vista mucho más descansada que, entiendo, con una pantalla retroiluminada. Y desde luego, con refresco LCD, no con la limitada capacidad de las pantallas electroforéticas de los ereaders (aunque pienso que no hemos visto todo lo que esas pantallas son capaces).
Como decía anteriormente, la ventaja fundamental es que la pantalla no es más luminosa que su entorno, y con suficiente luz es muy adecuada para trabajar largo rato. Si falta luz, conectamos de nuevo el plug y listos.
Queda muchísimo por resolver. Tengo que acabar un marco y un receptáculo lo suficientemente sólido y estable como para transportarlo. Tengo que colocar un interruptor para que sea más sencillo encender y apagar la lámpara LCD sin todas estas maniobras. Quiero conectarlo a una batería y hacerlo completamente autónomo.
Pero soy optimista. Los principios básicos han quedado claros.
Funciona
¡Funciona!
La verdad es que lo flipo. No entiendo cómo ha tenido tan mala acogida, incluso teniendo en cuenta las asombrosas cagadas de comunicación de la directiva. Vale que levantaron expectativas que no se cumplieron, pero la tecnología en sí ha superado con mucho lo que esperaba de ella.
Seguiré haciendo pruebas en los días venideros y os pondré al día de los resultados.